En un vado con mucha agua en el inicio del trayecto del prólogo de Arrecifes, en la zona de quinchos del Balneario Municipal, 16 motos quedaron detenidas al ingresar agua por sus escapes.
El primero de ellos fue el francés Eric Duhamel, quien empujó su moto hacia un costado y permaneció unos 20 minutos sin poder darle marcha.
En ese lapso, varios espectadores arrecifeños buscaron llegar a él para darle una mano (cosa que está permitida en el Dakar), pero inexplicablemente el excesivo celo de los gendarmes (tema que trataremos aparte) se lo impedían.
Entretanto, otros competidores sufrieron el mismo problema y la gente eludió la custodia para poder asistirlos. Y literalmente, estos arrecifeños le salvaron la etapa a 16 motociclistas.
Con mecánicos de motos y ayudantes con conocimientos en el tema (algo bastante común en Arrecifes), la primera “asistencia” les costó varios minutos resolver. Pero luego le encontraron la mano al problema del agua en las motos y ya la tenían clara: aplicando la misma técnica, los ponían en carrera de nuevo. Parecían una especie de “service oficial”. Unos fenómenos.
A los últimos ya les decían “bajate, dejanos a nosotros”. Y hacían arrancar rápidamente los vehículos. Los competidores, agradecidísimos. Algunos de ellos hasta abrazaban a sus improvisados mecánicos a modo de gratitud, ya que no hablaban nuestro idioma. Cosas que pasan únicamente en Arrecifes, que por algo es la Cuna de Campeones, ciudad fierrera como ninguna.