Una palabra a tiempo puede significar la diferencia; cómo funcionan las líneas de atención al suicida; el testimonio de los voluntarios y el rol de la familia; los adolescentes son el principal grupo de riesgo.
Pese a la ola de suicidios, que lamentablemente llega a 11 en poco más de dos meses, en Arrecifes ni siquiera se informó que existen líneas telefónicas de asistencia gratuita al suicida. También, contrariamente a lo que insinúan las autoridades en nuestra ciudad (evitar la difusión de los suicidios), quitarle su carácter de “tema tabú” y hablarlo y encararlo a fondo, ayuda a aceptar el problema y a salvar vidas.
De hecho, en Arrecifes, nunca se difundió ni una sola medida de prevención, ni un consejo. Ni siquiera que exista una línea telefónica de ayuda. En los comunicados de prensa municipales se le da mayor importancia a las castraciones, a las convocatorias a artesanos, a la compra de chips para perros que a la gravísima realidad que estamos sufriendo en el tema sucidios.
Para saber más
Una nota publicada por el diario La Nación, en base a un estudio realizado por Evangelina Bucari, trata a fondo el tema del suicidio y los medios para intentar prevenirlo.
“Nada tiene sentido”; “mi vida es un asco”; “soy una carga”; “no sirvo para nada”; “quiero terminar con todo”. Muchos de estos pensamientos abismales surgen cuando una persona atraviesa una situación a la que no le ve salida y, fundamentalmente, cuando siente que nadie la escucha o que a nadie le importa lo que le está pasando. El suicidio es un problema social y la indiferencia es una de sus causas.
Al contrario de lo que se creía hace algunos años, cuando era tratado casi como un tabú, la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que hay que tocar el tema públicamente para prevenirlo y que recibir ayuda emocional en el momento correcto es la mejor manera de evitarlo. “Hablar salva vidas”, resume Nora Fontana, psicóloga especializada en tanatología y suicidología y vicepresidenta del Centro de Asistencia al Suicida Buenos Aires (CAS).
Los especialistas aseguran que preguntar sobre la existencia de ideas suicidas no incrementa el riesgo; por el contrario, puede ser la única oportunidad, tal vez la última, de iniciar las acciones preventivas. La escucha es indispensable y las líneas telefónicas de atención se vuelven herramientas fundamentales para acompañar a las personas en esos momentos desesperantes. En nuestro país, estos espacios son atendidos por voluntarios y no reciben ninguna ayuda estatal.
Héctor Basile, psiquiatra y psicólogo miembro de la Red Mundial de Suicidólogos, que se ocupa de analizar e investigar las estadísticas, explica que el pico de casos se da entre los 15 y los 24 años, con un crecimiento del 50% en la última década.
Para Fontana, “el aumento de los suicidios y los intentos está relacionado con la sociedad de hoy, que nos lleva a que seamos personas más desbordadas, sin límites, y con la desintegración familiar, que hace que los chicos estén más perdidos, sin saber para dónde ir, sin testimonios de vida que les den el ejemplo”.
Frente a este escenario, Basile señala que “la mayoría de las personas que piensan en suicidarse realmente no quieren morir, sino que lo que desean es liberarse de las circunstancias intolerables de su vida y del sufrimiento que sienten”, porque “piensan que no hay ninguna otra alternativa”.
Acompañar a tiempo
El dolor, la desesperanza y el vacío pueden ser estados temporales, y que alguien esté ahí para contener y “prestar su oído” es imprescindible. Con ese fin, hace más de 50 años, nacieron organizaciones de la sociedad civil que ofrecen un espacio de atención gratuito, anónimo y confidencial a través de líneas telefónicas atendidas por voluntarios entrenados (ver aparte).
“El suicidio es un proceso y en cualquier etapa es posible intervenir con prevención, cuya base es la escucha. Hay que demostrarle al otro que a nosotros sí nos importa lo que le está pasando”, explica Mario, uno de los 30 voluntarios del CAS.
Hace siete años que atiende el teléfono de la línea 135
(011-5275-1135 para el interior) , una vez por semana durante cuatro horas y a veces más. “El vínculo es muy breve [una llamada puede durar entre 20 y 40 minutos], pero intenso y muy íntimo. La persona que llama está en una condición de mucha apertura, por el hecho de que está buscando una salida, y a la vez tiene mucha vulnerabilidad”, cuenta Mario.
Fontana enfatiza que “el anonimato ayuda a que la persona abra su corazón” y que “hay que tocar esa intimidad”, porque “si en ese momento se siente cuidada, además de cambiar de idea, es muy probable que replique esa relación de comunicación que recibió en el teléfono”.
Para Mario, el contacto no es la solución en sí misma, sino la chance de un comienzo. “No vamos a producir un cambio en la vida de la persona, eso puede llevar meses, pero sí la decisión de hacerlo. Eso puede darse en un segundo”, explica. “Es un momento mágico, y ser testigo es muy reconfortante”, revela.
Quienes llaman pueden estar en la primera etapa del proceso, con una simple fantasía, o ya con una decisión tomada. Los voluntarios no saben con qué situación se van a encontrar cuando suena el teléfono, por lo que el entrenamiento constante es clave.
La técnica que utilizan es la “escucha activa”, con intervenciones orientadas a que el “consultante” hable. “La premisa es no juzgar. Incluso, si nos dice: ‘Mi única opción es el suicidio’, le contestamos: ‘Sí, es una posibilidad, pero ¿por qué no exploramos otras alternativas?'”, ejemplifica el voluntario del CAS. “Si confrontás -agrega-, ponés al otro a la defensiva”.
“En mayo y junio de 2018, asistimos a más llamadas que en todo 2015 y las visitas a nuestra página de junio fueron más de 16.000, lo que cuadruplicó el promedio anual”, señala Mario, que atribuye el incremento a una mayor difusión.
Pero ¿qué pasa cuando se enfrentan a casos graves en los que las técnicas frecuentes no funcionan? Fontana describe que “en las situaciones extremas es diferente”. Si se determina que la persona ya hizo un intento concreto, cambia el mecanismo de acción. “Hacemos todo para ayudarla hasta las últimas consecuencias”, detalla la psicóloga.
SOS un Amigo Anónimo es otra asociación sin fines de lucro que ofrece asistencia telefónica. “Somos voluntarios capacitados para escuchar a quienes estén pasando situaciones de angustia. Nuestra tarea es acompañarlo y reflexionar juntos sobre su problemática para, así, tratar de encontrar posibles caminos de salida”.
La que habla es Bocha, que desde hace 25 años integra SOS. Había estudiado Sociología, pero nunca ejerció porque estaba dedicada a su casa, hasta que un día conoció la organización por un programa de televisión y decidió que quería ayudar.
“La palabra libera y ordena nuestros pensamientos, y el anonimato hace que una persona pueda decir cosas que no se animó a contarle ni a un terapeuta, a veces para no herir, para no molestar a la familia, porque no tiene con quién hablar”, asegura Bocha.
“Tratamos de descubrir en ese poquito tiempo qué recursos tiene cada ‘llamador’ y, en función de eso, ayudarlo a que encuentre esas ventanitas de luz en el túnel en que se encuentra”, describe la voluntaria. “Por ejemplo -grafica-, si una persona llama contando una situación de suicidio, encerrada en una habitación, pero del otro hay gente, lo primero es lograr que abra esa puerta, lo que es simbólico también. Si lo conseguís, lograste que supere ese momento de crisis profunda”.
SOS recibe un promedio de 30 llamadas por día y seis por turno. Cuenta con alrededor de 35 voluntarios, que durante 2018 atendieron 6129 llamadas. Los principales motivos fueron soledad, depresión, violencia y problemas económicos. “Es un reflejo de la sociedad: cuando hay crisis, llama más gente”, sintetiza Bocha.
A eso se suman las fallas en la respuesta que brinda el sistema de salud. Basile indica que muchas veces cuando un chico o un adulto llega a una guardia porque tuvo un intento de suicido, “una vez que le salvaron la vida, ya está, no hay seguimiento”, pero “al día siguiente, cuando se despiertan, no solo sienten que son desgraciados porque no pueden soportar la vida, sino que encima no lograron su cometido”. El psiquiatra destaca la necesidad de acompañarlos, con seguimiento y tratamiento, para superar esa vulnerabilidad. En ese sentido, la valiosa red de las líneas telefónicas y sus voluntarios, a veces, no tiene los recursos suficientes. “Mucha gente, cuando está desesperada, necesita hablar con alguien y, lamentablemente, no hay una línea las 24 horas”, señala Basile.
La familia también
Tomar la decisión de suicidarse no ocurre de la noche a la mañana. “Se trata de un proceso. Primero, hay un sentimiento de ‘¿vale la pena seguir?’; luego, viene la idea de ‘esto no tiene salida’, y recién después llega el período de convicción de ‘lo voy a hacer’. Es cuando se empieza a planear el cómo”, explica Basile. “Eso se llama plan suicida y ahí solo le falta fijar la fecha”, completa.
Hay una serie de signos y síntomas que hacen posible la detección del riesgo. Por eso, la familia cumple un rol determinante. Es muy importante que adopte una disposición de escucha auténtica y reflexiva. Para Fontana, “es clave tomar las amenazas en serio, no discutir y, sobre todo, entender que esa persona está atravesando un momento muy difícil”. Considera de mucha ayuda que las familias conozcan cuáles son estas señales de alerta, aunque muchas veces les cueste verlas, y remarca que hay que encarar el tema con firmeza y animarse a hablar.
Basile destaca que el suicidio “es un tema que produce sensaciones tan angustiosas que la comunidad entera suele mirar para otro lado”, lo que deja aún más solo al que sufre. Fontana sugiere que si a los padres o al ser querido les es difícil entablar un diálogo pueden sugerirles llamar a las líneas de ayuda. Incluso, aconseja decirles: “Yo llamo, te paso el teléfono y te acompaño en este momento”. Emplear términos y frases amables y cariñosas ayuda muchísimo. Palabras simples y que no juzguen, como “me gustaría que me des una oportunidad para ayudarte”, “estoy acá y te quiero”, “te vamos a acompañar hasta las últimas consecuencias”. Son parte de los “factores de protección”, en los que una familia presente es fundamental.
Los mitos que hay que desnaturalizar
Quien lo manifiesta no lo hará: las verbalizaciones no deben ser consideradas un alarde. Con frecuencia, quienes intentaron suicidarse previamente expresaron su intención con palabras, amenazas, gestos o cambios de conducta
Preguntar incita a que lo haga: al contrario de lo que se cree, hablar con la persona sobre la presencia de pensamientos suicidas disminuye el riesgo de que lo haga y alivia su tensión. Es importante adoptar una postura de escucha auténtica
La persona que se quiere suicidar no lo dice: no es así. Es importante saber que solo un escaso número de suicidios se producen sin aviso y que deben tomarse en serio todas las amenazas de autolesión cuando se evidencian
Solo quien tiene un problema grave se suicida: hay que tener en cuenta que es multicausal. Muchos problemas pequeños pueden llevar al suicidio. Es imposible valorar, desde nuestro punto de vista, lo que para otros puede ser grave o menos grave
El suicidio es impulsivo: puede ser el resultado de un acto impulsivo o de una planificación muy cuidadosa. Es por ello muy importante detectar las señales de alerta y conocer cuáles son los factores que reducen o incrementan la aparición de esta decisión
PARA PEDIR AYUDA
Centro de Asistencia al Suicida (CAS): 135 línea gratuita desde Capital y Gran Buenos Aires o (011) 5275-1135 todo el país www.casbuenosaires.com.ar ; SOS Un Amigo Anónimo: (011) 4783-8888, de 9 a 19 www.sosunamigoanonimo.com.ar; Más información: www.suicidioadolescente.com.ar