Nació el 3 de mayo de 1923 en la provincia de Santiago del Estero y de pequeño emigró a España con su familia. Allí cursó todos sus estudios hasta recibirse de médico, para emprender luego el retorno a la Argentina.
Cuando el joven Francisco Guillermo Platero subía al barco en España, su padre lo despidió diciéndole: “Nos vemos en el Valle de Josafat”… Este valle está ubicado en Jerusalén y Josafat significa “Dios juzgará”. Leyendas populares indican que hacia allí se dirigen las almas a la espera de su juicio final. Su padre sabía que ya no lo volvería a ver en la vida terrenal.
“Cuando volví de Europa, recibido de médico, tenía un primo que trabajaba en el diario La Capital de Rosario y me dijo que leyó un aviso en el que pedían un médico para un pueblito. Me dijo que se llamaba Todd, y empecé a averiguar dónde quedaba. Sabía que tenía que viajar por San Nicolás, después Pergamino y bajarme en la ruta 8. Eso fue lo que hice, llegando aquí en micro, con sólo un abrigo y una maleta: bajé en la ruta y me vine caminando hasta la población. Yo tendría 31 o 32 años, hace ya 60. No sabía no dónde venía. Llegué a Todd y no conocía lo que era Arrecifes. Por el nombre, pensé que tenía que quedar en la costa, junto al mar. Así llegué, primero a Todd y después a Arrecifes, que terminó siendo mi ciudad y donde tuve la suerte de encontrarme con todos ustedes. Les agradezco mucho por este gesto, me emociona, pero realmente no creo merecerlo”, contaba el Dr. Platero hace un año, en octubre de 2014, al ser homenajeado con la imposición de su nombre a una calle de Todd.
Antes, el 29 de abril de 2009, el Concejo Deliberante de Arrecifes lo había declarado “Ciudadano Ilustre”, en reconocimiento a su destacada trayectoria como médico, atendiendo nada menos que a cinco generaciones de arrecifeños; siempre dispuesto, siempre desinteresado, siempre capaz, ejerciendo su profesión hasta los 88 años de edad.
Hablar del Dr. Francisco Platero, del admirado, intachable y querido Paco, es redundar en todos sus valores que conocemos; es hablar de un prócer de la ciudad, ya una destacada parte de la historia de Arrecifes. Dueño de una enorme cultura general, hasta ser considerado un sabio, fue además uno de los socios fundadores del Club de Leones de Arrecifes, entidad de la que fue cuatro veces presidente y llegó hasta ser Vicegobernador, sólo porque no se propuso llegar más alto: su dedicación a sanar cuerpos y almas no la postergó por nada.
Su salud se estaba deteriorando en los últimos años y se sobrepuso a un par de ACV, con la fortaleza y la paz que lo caracterizaban. Hasta que en los últimos meses el sabio de Paco anticipó su despedida: “Me voy a morir”, repitió en más de una oportunidad y consideró que había llegado su hora.
Tras permanecer internado una semana en el Hospital Municipal, ya casi sin poder moverse y con poca conciencia, el último jueves, pocos minutos después de las ocho de la noche, le dijo a su esposa: “Bésame que me voy”. Y de inmediato, a los 93 años de edad, nos dejó físicamente. Fue un grande, un genio, hasta para morir; justo en el día del 55º aniversario de “su” Club de Leones.
Las enseñanzas del admirable Dr. Platero quedarán en la historia de cinco generaciones de arrecifeños, que este viernes lo despidieron con aplausos.
Una de sus nietas, María Gracia, con el orgullo y admiración que le generó siempre su abuelo, colocó en su ataúd una tarjetita con un mensaje “Nos vemos en el Valle de Josafat. Te amo”. Ella había escuchado la historia que le contó su abuelo Paco. Y lo despidió con el mismo mensaje que lo había despedido su padre cuando salió de España. Sabe que allí lo va a volver a encontrar…