Los dos jóvenes accidentados en moto el lunes pasado, en dos choques diferentes, siguen peleando para vivir. Es duro, pero es así.
Yamil Acosta, internado en la clínica La Pequeña Familia, de Junín, muestra una alentadora evolución. Recuperó el conocimiento, está despierto, respira por sus propios medios y hasta en un momento se sentó y movió sus piernas. No obstante, está sedado por calmantes para aliviar los dolores de los fuertes golpes y fracturas que sufrió. Se está aguardando que esté en condiciones para practicarle una cirugía de rostro, probablemente esta semana; pero ha aparecido una infección que complica un poco las cosas y es de lo que más hay que cuidarlo hoy.
Anyi Casella, en tanto, aún no ha dado muestras de recuperación. Se encuentra estable y también puede respirar por sus propios medios, aunque le siguen colocando el respirador artificial para que no tenga que forzarse en hacerlo sola. Pero todavía no despertó. Hay que tener mucha paciencia y mucha fe.
Precisamente la fe, el rezo, los pedidos a Dios, son cosas que no les faltan a los chicos. El apoyo de sus respectivos grupos de familiares, amigos y también gente que no los conoce personalmente pero se ha sumado a esta lucha, es conmovedor.
Los amigos de Anyi por un lado y los de Yamil, por el otro, crearon respectivos grupos de Facebook donde no dejan de publicar sus muestras de apoyo. Se organizan cadenas de oración, misas, se ocupan de conseguir dadores de sangre y se vuelca en esos grupos una fe impresionante. Dicen que la fe mueve montañas, y en este caso colabora mucho para lograr la tan ansiada recuperación de los chic0s.
Si Dios quiere y los dos se recuperan, cuando tengan la oportunidad de leer todo lo que han escrito de ellos y por ellos, definitivamente van a salir adelante. Semejante muestra de afecto, de amor, de los amigos de fierro que tienen, es imposible que sea vencida por ninguna desgracia.