El diario Clarín informó que cayeron seis, entre ellos un arrecifeño. Aunque en principio no estaban conectados entre sí, compartían la misma modalidad delictiva. La nota del matutino porteño.
Juan Manuel se despertó mareado. Le dolía la cabeza y no entendía nada. Miró alrededor del departamento para turistas que había alquilado y vio todo desordenado. Le faltaba la computadora, el celular, ropa, dinero y hasta el televisor. En medio de la confusión, empezó a recordar. La noche anterior había invitado a su departamento a un chico al que había conocido por Hornet, una red social de la comunidad gay. Había sido víctima de un “viudo negro”.
El ataque ocurrió el 5 de mayo pasado y fue apenas uno de los tantos que le adjudican a Matías Ezequiel Quiroga (26). Este “viudo negro” fue noticia en Clarín hace casi un año cuando un grupo de víctimas se puso de acuerdo para emboscarlo: lo atraparon y llamaron a la Policía, pero apenas estuvo 24 horas preso.
Lo que Quiroga no sabía era que además de sus víctimas, un equipo de la Secretaría de Investigaciones Penales (SIPE) le venía siguiendo el rastro. La SIPE, creada en agosto del año pasado y que depende de la Unidad Fiscal Especializada en Investigación Criminal Compleja (Ufecri) a cargo de José María Campagnoli, fue creada para recopilar, entrecruzar y analizar datos de distintos expedientes de causas de “NN”, como se llama a las que tienen autores desconocidos.
Los investigadores habían encontrado varios patrones similares en los ataques de quien hasta ese momento se hacía llamar “Ezequiel” o “Matías”: tenía un tatuaje con letras chinas en el cuello, dormía a las víctimas con un somnífero en un trago de vodka con limón, atacaba a turistas y usaba el carry on de ellos para llevarse lo robado. Y casi siempre se iba con el televisor del lugar donde se hospedaba. Sólo faltaba identificarlo.
El perfil de Quiroga en Hornet, una red social gay.
Y el círculo se cerró con la nota en Clarín, según dijeron fuentes judiciales a este diario. En aquella nota de la emboscada que terminó con el “viudo negro” en libertad, los investigadores conectaron el nombre de Matías Ezequiel Quiroga con la persona que estaban buscando. Y las fotos del sospechoso coincidían con las que ellos habían recopilado.
Con Quiroga identificado, la SIPE se comunicó con las fiscalías donde tramitaban las 33 causas en su contra y ordenaron detenerlo. Ahora está con prisión preventiva a la espera de un juicio oral unificado.
Con esta misma metodología, la SIPE logró desbaratar a una serie de “viudos negros” que operaba de la misma manera, atacando principalmente a turistas varones. Todos dejaban un sello propio. Y solamente seis concentran más de 100 ataques.
“Una parte del equipo detectó un universo de causas sin esclarecer. Particularmente casos de ‘viudos negros’. Al ser investigadas en forma aislada son muy difíciles de esclarecer. Ahora, en conjunto, en la SIPE, pudimos dar respuesta en todos estos casos en trámite en la Justicia”, dijo a Clarín Elías Collado, titular de la SIPE.
“Buscamos las causas en el sistema y separamos varios grupos de la misma modalidad: hombres estafados sentimentalmente, luego drogados y finalmente robados. En algunos casos también abusados sexualmente. De esa búsqueda separamos universos de casos por edad, modalidad, bebida utilizada para drogar, alias, coartada o algún dato. Una vez que organizamos las causas tenemos un autor y después viene el trabajo para identificarlo”, explicó Collado.
El arrecifeño Héctor Raúl Tejera (55) es uno de ellos. Está acusado de 18 ataques bajo esta modalidad entre 2011 y 2016, pero hasta la investigación de la SIPE, aparecía en las causas como “NN” bajo los seudónimos de “Ricardo”, “Rafael”, “Rafa”, “Felipe”, “Daniel”, “Rafael Raúl”, “Héctor Daniel”, “Héctor Rafael” y “Héctor”.
A Héctor Raúl Tejera (55) le adjudican 18 ataques. Cumplía una condena de dos años y medio de prisión solo por uno.
La fiscalía de Campagnoli llegó a él categorizando varios elementos que se repetían en todos los casos: pantalones tipo chupín rojo o amarillo, les empezaba a hablar a otros hombres en la calle y les ponía somníferos en el café y atacaba siempre en Microcentro, Recoleta y Palermo.
El mapa de las causas por los ataques de Héctor Raúl Tejera.
“Hagamos un intercambio de cafés para sellar la amistad”, era una de las estrategias que usaba para drogar a sus víctimas, según contó Alberto, uno de los que denunció a Tejera. El hombre había ido a tomar un café a un bar de Córdoba y Pueyrredón y, como suele ocurrir casi siempre en los hechos de este tipo, al otro día se despertó desnudo en su departamento. Lo habían desvalijado.
Cristian José Pérez (41) utilizaba la red social Badoo para ubicar a sus víctimas.
En la red social Badoo, “Lucas Alves” o “Agustín” decía que era de San Isidro, rugbier y que tenía entre 24 y 36 años. Pero en realidad se llama Cristian José Pérez, es de San Francisco Solano (Quilmes) y tiene 41 años. A Pérez lo delató la pasión. Lo que no le ocultaba a nadie era su fanatismo por San Lorenzo, que tenía sellado en la piel con dos tatuajes. Ese fue el rasgo principal que le permitió a la SIPE conectar cinco causas en las que estaba como “NN”.
Le pudieron poner nombre y apellido cuando quiso extorsionar a Pedro, una de sus víctimas después de robarle: “Es sencillo, quiero desbloquear tu iPad, necesito que me envíes la contraseña de iCloud para eliminarlo, o lo desactives vos, tenés 48 horas o publico todo el contenido de tu notebook, si cumplís con todo, te envío todas las fotos de tu familia, no te olvides, tenes 48 horas para eliminar el iPad, o enviarme la contraseña, cualquier cosa avísame”.
Cristian José Pérez cayó por su fanatismo por San Lorenzo.
Con la información vinculada a ese mail que recibió Pedro, los investigadores lograron llegar a Pérez. Y hubo un detalle más: el “viudo negro” se llevó la SUBE de la víctima y la usó. En el historial de viajes quedaron plasmados sus movimientos que siempre terminaban en San Francisco Solano, donde vivía el sospechoso.
En la SIPE ya identificaron a seis “viudos negros seriales” que concentraban la mayoría de los ataques bajo esta modalidad. “Haber conocido a los más expertos nos permitió atrapar a los incipientes más rápido. Lo que se traduce en menos ataques”, dijo Collado.