La semana pasada habían sido familiares de una chica a la que le habían robado la moto, que la salieron a buscar y se la sacaron por la fuerza a un pibe que estaba corriendo carreras en el Balneario. Este lunes, otra víctima de un robo, acompañado por amigos, se metió en la casa del ladrón para recuperar sus cosas.
Marcos Jesus Franchoni sufrió un robo en su casa este domingo por la noche. Le hicieron un boquete en una pared para entrarle y le llevaron varias cosas (ver nota). Realizó la denuncia correspondiente y tenía sospechas concretas acerca de quién habría sido el autor.
La Policía recibió la denuncia y los datos de la víctima. La elevó a la Justicia y pidió una orden de allanamiento; pero como habitualmente sucede, la orden todavía no llegó.
Según relataron Franchoni y vecinos de la Avenida Molina, el que les roba es siempre el mismo, alguien de ese barrio que los tiene “en jaque”. Entonces, se cansaron, se juntaron y un grupo se metió en la casa del supuesto chorro. Fueron dispuestos a todo. Allí encontraron las cosas que le habían robado a excepción de un celular, una garrafa y un par de zapatillas. Por suerte el delincuente no estaba en el lugar, porque también iban por él.
La Policía, obviamente, no puede permitir estas cosas porque están fuera de la ley y porque pueden terminar mal. Pero se enteró después que lo hicieron y está obligada a intervenir, por la misma Justicia que le da poca importancia a sus pedidos de allanamientos.
Desde hace tiempo la Justicia está poniendo en problemas a la Policía, que no puede actuar sin órdenes de allanamiento porque si no, los sancionan. Y por otro lado se les está haciendo difícil contener la impotencia e indignación de los vecinos. La ley de la selva no sirve. La justicia por mano propia, tampoco. ¿Pero cómo se le explica a la víctima que siempre el beneficiado es el delincuente? Es grave. Esta vez terminó bien, pero tranquilamente pudo terminar en una desgracia.