No son robos grandes, no son motivo para hablar de inseguridad; son hechos menores pero que indignan porque a unos le frustran recurrentemente el esfuerzo, el trabajo y a otros, le tocan lo más sensible.
Es sabido que los clubes vienen sufriendo reiterados delitos contra la propiedad, con Almirante Brown como el caso más emblemático, ya que mejora que realizan, mejora que se la roban. Pero el Club La Cumbre no se queda atrás en esto de ser víctima de hurtos que le impiden mejorar su predio.
Ayer las chicas de fútbol femenino fueron a entrenar y se encontraron con que les habían robado el inodoro de un baño. No es el valor del inodoro lo que duele; es la repetición de hechos menores donde le van sacando o rompiendo todo de a poco, a gente que pone mucho sacrificio para llevar adelante una entidad barrial deportiva y sin recursos.
TAMBIÉN EN EL CEMENTERIO
Algo similar está ocurriendo en el Cementerio Municipal, con rateros llevándose placas y ahora hasta floreros de las tumbas. Y hasta las flores si están frescas también se roban.