No se dio. Faltó muy poquito para que podamos traer la Copa del Mundo nuevamente a la Argentina. El 0-1, con un gol conseguido por Alemania a cinco minutos de terminar el alargue no fue diferencia. Pero fue la diferencia entre ser campeón o subcampeón. El fútbol es así, y no hay nada que reprocharle a la Selección argentina.
Jugamos contra el mejor equipo del mundo, el gran favorito de todos, y pudimos ganarle, tranquilamente. Pero este es un juego protagonizado por personas que pueden acertar o fallar a la hora de definir. Da bronca, pero queda la conciencia tranquila que se dio todo.
Con este convencimiento los arrecifeños salieron igual a celebrar en gran número, porque no es poco ser segundos en el mundo y porque nuestro representante, Pablo Zabaleta, estuvo a la altura de un futbolista que merece ganar un Mundial.
Frente a la casa de su padre, en Avenida Merlassino, nuevamente volvieron a reunirse miles de personas para reafirmar el orgullo y admiración que todos sentimos por Pablo; para decirle que no importa no haber podido traer la Copa, para decirle que igual está bárbaro lo que hizo junto a sus compañeros, para decirle que es nuestro héroe, que sabemos que dejó todo lo que tenía y más.
El Mundial se terminó, pero Zabaleta se ganó el reconocimiento de todos.
Fotos: Mónica Teves