Este lunes se conoció a través de las redes sociales el triste anuncio del cierre de la única calesita que tiene Arrecifes, ubicada en la plaza Almirante Brown. “Le pedí a Stella Fabrizio que lo publique en su Facebook y ella puso exactamente lo que yo le dije”, contó Miguel Lucero en la mañana de RADIO UNO (107.1).
“A partir de ahí me llegaron muchísimas muestras de apoyo y de cariño, pero también se metió la política, como en todo. Vi que algunos critican al Intendente y él no tiene nada que ver con esto, lo que pido es que no se haga de la calesita un tema político”, se encargó de aclarar Lucero.
“Lo que me lleva a tomar esta decisión es un combo de situaciones adversas. La principal es estar seis meses sin trabajar. Y como al no trabajar no voy a la calesita como antes, me han robado cosas, me desarmaron el tablero eléctrico (tuve que ir a encintarlo todo), la empujan y la hacen arrancar, descalzándola y rompiéndola. Además, tengo que pagar la luz como si estuviera trabajando; la factura de EDEN me llega más o menos con el mismo precio que si usara la energía eléctrica, y si doy de baja el servicio después, para habilitarlo de nuevo, tengo que pagar un nuevo medidor que vale $ 25.000”, argumentó Miguel.
En la charla con el dueño de la calesita de Arrecifes desde hace 20 años, se notó su dolor por tener que tomar esta decisión. Y por esa tristeza que le produce, no quisiera hacerlo. De ahí que la decisión del cierre no sería definitiva si Lucero fuera autorizado a volver a trabajar. El protocolo sanitario puede cumplirlo, y quizás con mayor seguridad que otras actividades que se están desarrollando.
“Yo tengo un protocolo que considero muy bien armado. Pero ni me lo miraron. La calesita cuenta con 10 barrales donde se agarran los chicos separados por 1,70 metros. Y los juegos también están a esa misma distancia. Además, Raúl Pernicone (que es un amigazo) me consiguió un desinfectante de Lysoform aplicable para este tipo de casos. Tranquilamente se podrían subir niños con el correspondiente distanciamiento, que van quetitos y no tienen ningún contacto y desinfectar la calesita cuando bajan unos y suben otros. No le veo riesgos”, dijo Lucero. Y sin ser científico, uno observa que tiene razón.
No obstante, el calesitero arrecifeño amado por los niños considera que “tengo 76 años y ya no me quiero pelear con nadie, tampoco quiero tener problemas ni la mala suerte de que, por trabajar, después pase algo. Me tengo que matar si eso ocurre. Lo que sí tengo es una gran tristeza, estoy muy mal anímicamente porque la calesita y los chicos son mi vida, son los que me dan cariño y energías, no plata, porque a esto no lo hago por dinero”.