Por Silvia Reparaz, coaching ontológica
Ya vamos completando la serie de Declaraciones Básicas…
Así como hablamos de la importancia de decir y/o recibir un GRACIAS, ahora vamos a examinar su reverso. Cuando no cumplimos con aquello con lo que nos hemos comprometido o cuando nuestras acciones, aún sin proponérnoslo, hacen daño a otros, debemos asumir responsabilidad por ello. La forma en que normalmente lo hacemos es diciendo PERDÓN.
Habitualmente lo manifestamos “pidiendo perdón”; y al pedirlo, pasamos a depender de que el otro “acepte” nuestro perdón. O sea, que el otro decida perdonar, ya no nos involucra.
El decir PERDÓN es un acto de liberación personal. Y al DECIRLO empieza nuestro alivio.
Muchas veces decir perdón no es suficiente para hacernos responsables de las consecuencias y es necesario reparar el daño que hemos hecho o compensar al otro.
Por otro lado, cuando no perdonamos nos ponemos en un lugar de víctima y consideramos que tenemos derecho a estar RESENTIDOS.
Lo que no podemos ver es que ese resentimiento nos hace esclavos de quien culpamos y, por lo tanto, empaña nuestra Felicidad, nuestra Libertad y Paz Interior.
El RESENTIMIENTO vive en una esclavitud del alma.
El perdón a nosotros mismos tiene el mismo efecto liberador y hacerlo es una manifestación de amor, a nosotros mismos y a la propia vida; está relacionado con nuestra AUTOESTIMA.
Vivir en el resentimiento es como aferrarse a una brasa encendida con la intención de que el otro se queme.
¿Solemos tener la valentía y humildad de decir PERDÓN?, ¿de PERDONAR? Y la más importante, ¿nos perdonamos a nosotros mismos?
¡Gracias por leerme! ¡Y me encantaría leerlos a ustedes!
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SILVIA REPARAZ
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