El hallazgo se produjo a 52 metros bajo el subsuelo de San Pedro, perforando en busca de agua, en sedimentos de un mar que invadió el continente hace unos 10 millones de años
Durante una perforación en busca de agua, Roberto y Guillermo Bastía dieron con una capa de sedimentos compactos y quebradizos que llamó su atención. Al retirar las mechas perforantes y observar las muestras, vieron pequeños trozos de material vitrificado y mucha arena.
La sorpresa vendría unos segundos más tarde cuando, al tomar un poco de ese material en sus manos, Roberto pudo ver un filoso y agudo diente que brillaba entre las rocas arenosas que se filtraban en sus dedos.
De inmediato, consultaron con el equipo del Museo Paleontológico de San Pedro, quienes observaron que el diente fosilizado pertenecía a una especie de tiburón.
El personal del Museo se acercó al lugar de la perforación, previa charla con el propietario del establecimiento frutícola donde se efectuó el descubrimiento.
El lugar del hallazgo está ubicado a sólo 2 km de la ciudad de San Pedro, en provincia de Buenos Aires, en el predio de la firma GOMILA S.A., sobre la ruta provincial 191. A tan sólo 30 metros de la franja asfáltica y a pocos metros dentro de la propiedad, se perforó el pozo de donde se extrajo el fósil.
UN MAR DE 10 MILLONES DE AÑOS
Hace unos 10 millones de años, los movimientos de formación de la cordillera de Los Andes, habrían hundido gran parte de nuestro país permitiendo el ingreso del Atlántico al continente.
Desde el Grupo Conservacionista de Fósiles, equipo responsable del Museo de San Pedro, opinan que “este avance del mar sobre tierras continentales se denomina ingresión paranaense y se retiró unos millones de años más tarde, por influencia de poderosas elevaciones de las sierras pampeanas.
Diversos investigadores señalan que ese período pudo haber estado dominado por un clima subtropical a tropical, debido a la presencia predominante de flora de clima cálido. Los Bastía han perforaron parte de ese piso marino…
El hallazgo del tiburón en San Pedro, permite tener un conocimiento exacto de la profundidad a la que subyacen los sedimentos marinos que componen la Formación Paraná en la zona norte de la provincia de Buenos Aires: 50 metros bajo el nivel de suelo actual.”
MOLUSCOS JUNTO A UN TIBURÓN
El equipo del Museo Paleontológico de San Pedro realizó un tamizado completo de las muestras que se pudieron recuperar antes del sellado del pozo y en ellas se pudieron rescatar numerosos ejemplares de la fauna de invertebrados que convivía con el tiburón en aquel océano perdido en el tiempo.
Los diferentes ejemplares de moluscos encontrados aún se encuentran en fase de estudio a los efectos de aportar datos climáticos del momento en que vivía el tiburón fósil ya que estos animales poseen preferencias ambientales muy acotadas, brindando una herramienta que permitirá inferir generalidades del clima en ese determinado momento del pasado.
UN TIBURÓN PREHISTÓRICO
Los registros fósiles de tiburones, son extremadamente escasos en provincia de Buenos Aires. El único antecedente para la misma antigüedad proviene de la zona de Villa Ballester donde, muchos años atrás, se hallaron en antiguas perforaciones. Aquellos fósiles fueron estudiados por el naturalista argentino Carlos Rusconi.
El filoso diente hallado en San Pedro fue revisado por el Dr. Alberto Luis Cione, Investigador Principal de CONICET, Prof. Titular de la Univ. de La Plata y reconocido ictiólogo del Museo de Ciencias Naturales de dicha ciudad.
Para el paleontólogo, “el material pertenece a un tiburón de la especie Carcharias taurus (“tiburón de leznas”) y probablemente proviene de niveles profundos de la Formación Paraná, convirtiéndose en el primer registro fósil de la especie en el interior de la provincia de Buenos Aires”.
Estos tiburones, cuyo nombre científico proviene del griego “karcharos” y significa “afilado”, en alusión a la temible agudeza de sus dientes, han sobrevivido al paso del tiempo y actualmente habitan aguas marinas templadas a tropicales en distintas partes del mundo, incluyendo la costa bonaerense.
Su dieta es muy amplia e incluye cangrejos, calamares, diferentes tipos de peces y hasta pequeños tiburones. Es considerada una especie vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.