“Me quedé sin agua y no me dan más los brazos”, le decía Agustín Canapino a su equipo cuando faltaban 20 vueltas de las 100 pactadas para esta primera fecha de la temporada 2023 de IndyCar, en San Petersburgo.
El objetivo del arrecifeño, en su estreno absoluto en la categoría más veloz del planeta junto con la Fórmula 1, era poder terminar la carrera con el auto sano. “Si no es último, mejor; pero llegar va a ser un triunfo para mí”.
La máxima exigencia de esta fórmula estadounidense y del callejero del estado de Florida hizo que muchos experimentados pilotos se equivoquen y hubo piñas por todos lados. Pero el novato, el rookie, el llegado del TC argentino y que nunca había corrido en monopostos, no cometió errores durante las dos horas de competencia.
Agustín llegó 12º entre los 27 autos que largaron. La mitad de ellos se quedó, pero el argentino demostró ser un superdotado, un animal. Y ya es destacado por el automovilismo norteamericano.
Los arrecifeños, orgullosos de este talento de 33 años que peleó mano a mano ser el mejor debutante con Marcus Armstrong, un neocelandés que maneja un auto del poderoso equipo de Chip Ganassi, viene de correr tres temporadas en Fórmula 2 (la previa a la Fórmula 1) y de integrar la Academia Ferrari de jóvenes pilotos. Canapino llegó desde la “Academia Hugo Mazzacane”…
Ganó Marcus Ericsson (Honda), escoltado por Pato O’Ward (Chevrolet) y Scott Dixon (Honda).
Enorme trabajo también del Juncos Hollinger Racing de Canapino, que con su compañero Callum Ilott arribó quinto.
La próxima fecha será el 2 de abril en Texas.