“Alimento lácteo a base de leche, con el 1,5% de materia grasa”. Eso se lee -bien pero bien chiquito- en los envases de estos productos que tienen casi la mitad del valor proteico y el doble de grasas saturadas que un yogur o leche.
Lo que figura en letras grandes en los sachets es la palabra LECHE. El envase es idéntico a la leche real, pero el contenido no es el mismo. El precio es más bajo y, por ello, ante la crisis que llevó a que un litro de leche valga más de $ 30, la gente lo lleva. Y la mayoría no se da cuenta que no es leche.
Arrecifes no es la excepción y en las góndolas de supermercados proliferan estos “alimentos lácteos” cada vez en mayor número. No son pocos los consumidores que ya dejaron de comprar leche y se vuelcan por este sustituto. La preocupación es que no se advierte a los clientes sobre las calidades nutritivas de estos productos. En países vecinos ya hubo multas millonarias en casos similares por publicidad engañosa.
La realidad es que la situación económica de nuestro país es tan delicada para muchos sectores de la sociedad, que ya deben privarse de un alimento básico para el normal desarrollo de sus hijos, como es la leche.