La Argentina parece volver sobre sus pasos autodestructivos como en un loop, sin poder salir de su crisis social y política para transformarse en un país civilizado. En las últimas décadas, no se respeta la democracia cuando lo que elige la mayoría de la gente no coincide con el pensamiento de los sectores más radicalizados, que apelan a la violencia buscando que los gobiernos que no son de su agrado, no terminen sus mandatos.
No hay que darle muchas vueltas a las cosas: los incidentes de este miércoles en las puertas del Congreso (y adentro, en Diputados) fueron acciones destinadas a intentar voltear al presidente Javier Milei.
No es la primera vez que se utilizan causas nobles para ello. Pasó con la marcha por la educación pública, con la marcha LGTB, con la marcha por la salud pública y, ahora con el justo reclamo de jubilados por mejores haberes.
Violentos barras bravas de distintos clubes que responden históricamente a sectores políticos (en muchos casos son punteros y fuerzas de choque de dirigentes, a cambio de otorgarles beneficios y/o dinero), partidos de izquierda y sectores del ultrakirchnerismo se organizaron para generar un caos metiendo a los jubilados en el medio.
Prendieron fuego y destrozaron patrulleros y autos particulares, rompieron y robaron comercios, llevaron mazas para romper veredas y arrojarle piedras a la policía y causaron muchísimos destrozos más. Todo con la excusa de “defender” a los jubilados pero con la innegable intención de sacar al gobierno nacional. Incluso, hasta arrojaron las piedras que familiares de víctimas del Covid habían colocado frente al Congreso, con su nombre y fecha de nacimiento, como recuerdo.
Un fotógrafo gravemente herido en su cabeza por una cápsula de gases lacrimógenos, una policía de la Ciudad con su cabeza partida por un piedrazo, otro policía Federal con un balazo, una jubilada voletada de un palazo por un efectivo policial y varioas heridos fue el resultado de este acto de una grave jornada de violencia premeditada.
Paralelamente, otro sector social de la Argentina (ampliamente mayoritario) conmueve con su solidaridad en ayuda a las víctimas de las inundaciones en Bahía Blanca y se transforma en un ejemplo. ¿Podremos, algún día, convivir en paz entre estos “dos países” que integran un mismo territorio? Tristemente, pareciera que no.