Este sábado 15 al mediodía, Marcos Di Palma llegó con su travesía solidaria desde Arrecifes a Bahía Blanca, justo una semana después que comenzara a trabajar sin descanso por las víctimas de la inundación. El viaje se inició el miércoles por la mañana, pero el piloto más famoso del país empezó a organizarlo el sábado 8, con la enorme y complicada logística que la magnitud de esta movida requería.
El arribo del ídolo popular a Bahía fue emocionante. Salió desde Arrecifes con su propio camión y casilla rodante y llegó encabezando una caravana de 11 camiones que fueron sumando en el camino cargando la incontable cantidad de donaciones que Marquitos fue recogiendo en los 11 pueblos en los que se detuvo. Hasta su esposa y sus hijos, con su camioneta particular, también se incorporaron.
Un gran número de bahienses lo esperó sobre la ruta, cruzando una enorme bandera argentina que fue una especie de bandera a cuadros, porque Marcos acaba de ganar la carrera más importante de su vida. Personas emocionadas hasta las lágrimas le regalaron esa bandera y carteles de agradecimiento eterno, hacia Arrecifes y hacia Di Palma.
Los aproximadamente 750 kilómetros que Marquitos recorrió con sus vehículos le hubieran demandado entre 9 y 10 horas en un viaje común. Pero le significaron cuatro días porque en cada lugar él mismo se encargó de cargar las donaciones y de saludar una a una a miles de personas que lo requerían, tomándose fotos, mandando saludos en videos, charlando y agradeciendo. Incluso en Saladillo visitó la fábrica de alimentos para mascotas Pet Food, que le regaló un chasis completo de sus productos.
Una semana completa de su vida y de la de su familia, de su trabajo, de su esfuerzo, de sus vehículos y también de sus recursos económicos le brindó Marcos a esta causa solidaria. Y serán varios días más porque, instalado en el autódromo de Bahía, Di Palma no regresará hasta asegurarse que la impresionante cantidad de donaciones llegue a la gente. Las repartirá él mismo y directamente a la gente que la necesita, con camionetas que lo estaban esperando.
Sólo aplausos, hacia este tipo de enorme corazón y voluntad y hacia todos los argentinos anónimos que hicieron de ésta una de las más grandes acciones de bien público de la historia del país. Es la Argentina que queremos.