Hoy se cumplen 25 años del trágico accidente en el que perdió la vida el máximo ídolo de la historia de Arrecifes y uno de los mayores del automovilismo argentino, Luis Rubén Di Palma.
El Loco se fue muy joven, a los 55 años y todavía con mucho para dar. Sólo dos años habían pasado de su última victoria en Turismo Carretera, esa inolvidable del 13 de septiembre de 1998 cuando ganó en el Autódromo de Buenos Aires con el Ford Falcon rojo y su hija Andrea como acompañante.
El 30 de septiembre de 2000, la noticia de la caída de su helicóptero en Carlos Casares, cuando regresaba de Santa Rosa hacia Arrecifes, conmovió a todo el país y llenó de dolor y estupor a toda la comunidad arrecifeña. Para todos nosotros, el admirado Luis era inmortal.
Su enorme figura, su talento, sus triunfos y sus anécdotas permanecen más vivas que nunca, como esa frase que lo inmortaliza: “Resistente al olvido”.
Hace 5 años, al cumplirse 20 de la desaparición física de la Dinastía que perdura y se multiplica en las pistas, su hijo mayor, José Luis, recordó ese trágico día en RADIO UNO (107.1):
“No sé si por fuentes policiales o qué, Crónica se enteró del accidente antes que nosotros, su familia. Alejandro Leguizamón lo vio por televisión en La Luisa y se vino para la casa de mi vieja. Cuando llegó se dio cuenta que no sabíamos, me dijo a mí y fui yo quien tuve que darle la noticia a mi mamá. Fue muy bravo”.
Respecto de las causas del accidente, el querido Jóse aseguró: “Se quedó dormido. Después le encontramos en su mesita de luz unas pastillas para adelgazar que estaba tomando para volver al TC. Había adelgazado 14 kilos en 20 días. Una locura. Las tenía junto a un recorte de diario que hablaba de un tratamiento para adelgazar”.
Y siguió relatando que esas pastillas “tenían anfetaminas, lo tenían casi todo el día a full, casi sin dormir. En esa época Josito, con 11 años, andaba bastante con mi viejo en el helicóptero, y contaba que su abuelo, volando, apoyaba una pierna en el comando y le decía ‘si me duermo, despertame'”.












