Qué fácil echarle la culpa a otro, qué triste desprestigiar a un funcionario que ha mostrado a través de los años su honestidad, su operatividad, su hombría de bien y hoy tiene que soportar que su nombre esté de boca en boca injustamente y con la imposibilidad de defenderse.
Me refiero al comisario Fernando Cabrera, porque quien lo difama es el mismo intendente de la ciudad de Salto, Ricardo Alessandro, y por su condición de policía.
Pero yo no me voy a callar, yo no me voy a olvidar de los tantos procedimientos exitosos que hizo silenciosamente y levanto mi voz para defenderlo.
Parafraseando a Martin Luther King, quien dijera: “No me preocupan los dichos de la gente mala sino el espantoso silencio de los buenos”, arengo de esta forma a la población de Salto y de Arrecifes para que defiendan a su comisario y a su amigo y vecino.
Se debe terminar con esa costumbre que todo Jefe de Gobierno elige por afinidad a los comisarios de sus ciudades y no pensando en la comunidad para la que gobierna.
Esta casta política ha llevado a la sociedad a sufrir estos altos índices de inseguridad, pero en cambio pretenden trasladar su responsabilidad e ineficiencia a las fuerzas policiales que no hacen otra cosa que cumplir indirectamente con las órdenes del intendente.
No dejaré de advertir que no sólo tiene problema con el comisario, sino que además también su propio secretario de Seguridad pidió la renuncia tras exponerlo públicamente, dejando expresado a las claras quién es el problema.
Es muy de la clase política echarle siempre la culpa al otro, pero esto ya sobrepaso todos los límites.
Por lo antedicho sólo me queda sugerirle con el respeto que su investidura representa, señor Intendente de Salto: respete a sus pares, a sus empleados. Modestamente creo que un verdadero líder dirime estos acontecimientos en forma privada y donde corresponde. Deje trabajar y colabore en pos de una sociedad segura, apoyando y cuidando a quienes nos cuidan. Acá nos conocemos todos.
Atte . Julio Tabares
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