El furor de los carritos de comidas rápidas ubicados en la estación del ferrocarril, que se ha convertido en un atractivo lugar tanto para arrecifeños como visitantes de otras ciudades, ha llevado a que muchos restaurantes se quejen por lo que suponen una “competencia desleal”.
Claramente no es nada desleal, ya que todos los carritos están habilitados y cumplen con el respectivo pago mensual el canon establecido por la Municipalidad y aprobado por el Concejo Deliberante, además de todas las medidas de higiene exigidas por Bromatología para el expendio de alimentos.
Estos puestos de comidas rápidas son controlados celosamente por distintas áreas municipales, como no lo hacen con otros tradicionales bares o restaurantes. Incluso, hasta exigirles modificaciones que no figuran en la ordenanza que los regula. ¿El motivo? Ponerles un freno para que no trabajen tanto y de algún modo conformar a los propietarios de otros comercios gastronómicos que presionan.
Una intimación insólita de la Oficina de Comercio de la Municipalidad hacia los carros fue ponerles un plazo para que retiren las lonas que algunos han colocado como techos para proteger a sus clientes ante las lluvias. No sólo que la ordenanza no lo prohíbe sino que no tiene ningún sentido esta exigencia.
Seguramente el Municipio no ha pensando en la gente, dejando de lado los carritos. En los últimos días, por caso, las tormentas de verano que se desatan imprevistamente y a veces duran pocos minutos, llevan a que clientes que acuden a la estación del ferrocarril tengan que salir corriendo sin encontrar un lugar donde protegerse. Gente mayor, niños, bebés en cochecitos… Entonces, ¿qué sentido tiene esta prohibición? Sólo complicarle la vida a los carritos, pero se la complican aún más a los vecinos.
Preguntamos: en esta época difícil económicamente en la que mucha gente hace mucho sacrificio y malabares para ganarse el mango, ¿tiene sentido ponerle un freno a emprendimientos que están resultando exitosos para que no lo sean tanto? Aparte que generan fuentes de trabajo, porque actualmente emplean a más de una veintena de personas.
¿Por qué destruir lo bueno y perjudicar a la gente que trabaja? ¿No sería mejor, desde la Municipalidad, pensar y ejecutar acciones para ayudar a los que hoy no están trabajando tanto en lugar de igualar para abajo?