En julio de 2016, la entonces concejal Valeria Di Giovanni tuvo la saludable iniciativa de presentar en el Concejo Deliberante un proyecto de ordenanza declarando a Arrecifes como ciudad libre de pirotecnia.
Pero pese al enorme apoyo de la sociedad a la prohibición de uso, venta y fabricación de estos elementos de estruendo que propuso la edil de Cambiemos, el Concejo no la aprobó.
Cediendo a las presiones de la empresa Cienfuegos, que mandó representantes a Arrecifes para oponerse, los ediles terminaron modificando la propuesta de Di Giovanni y sancionaron una de las ordenanzas más inservibles que se recuerde.
Luego de tres meses de discusiones se aprobó la prohibición del uso de pirotecnia “de alto impacto sonoro”, mayor a 82 decibeles; permitiéndose la utilización de artefactos que emitan menos de ese valor de ruido. Lo mismo que la nada.
Así, nunca se pudo hacer cumplir esta ley municipal. Imaginate que tires un cohete y vengan los inspectores a querer hacerte una multa porque incumpliste la ordenanza. Podés estar hasta la próxima Navidad discutiendo si el ruido que hizo fue mayor o menor a 82 decibeles…
Así, en Arrecifes, como tantas cuestiones insólitas que vivimos, la pirotecnia está regida por una ordenanza inaplicable y la responsabilidad queda solamente en la conciencia de los vecinos.
LOS DAÑOS QUE PRODUCE
Es importante hacer hincapié que el oído puede tolerar hasta 85 decibeles. Por ejemplo, las bocinas que tantas veces ponen nerviosos registran 90 Db, en tanto que las sirenas 120 Db. La pirotecnia sonora alcanza hasta 190 Db, es decir que duplican –y más aún – el estruendo que nuestro organismo es capaz de soportar.
La exposición a ruidos tóxicos genera la muerte de células sensoriales que se encuentran en los oídos y que no se regeneran. Asimismo, especialmente en los grupos vulnerables de la población, generan estrés como respuesta de emergencia, que consiste en una sobreactivación fisiológica y cognitiva.
Por ello se invita a reflexionar y tomar conciencia sobre la importancia de evitar la utilización de pirotecnia sonora: hay fuegos artificiales sin sonido que proponen juegos lumínicos lindísimos sin generar emociones negativas en nuestro entorno.
Asimismo, se considera que la práctica de festejos basada en pirotecnia u otros elementos excesivamente ruidosos puede no ser placentera para aquellas familias donde uno de sus miembros presenta dificultad para tolerar dichos sonidos, aunque no tenga una condición médica particular. Incluidos, por supuesto bebes y animales, que son los que más sufren.
Esto les genera un grado de molestar tan grande que se traduce en angustia y desorganización, que en muchas ocasiones es difícil de entender, ya que la respuesta parece excesiva ante algo comúnmente considerado festivo.
Por todo esto es importante encontrar otras formas de celebración en estas fiestas, donde la visualización del festejo sea un lugar de encuentro para todos. Consideramos que es un tiempo propicio para repensarlas desde una mirada más inclusiva y empática, teniendo en cuenta que todos somos diferentes y que las fiestas deben ser para todos.
En estas fiestas, miremos el cielo, disfrutemos de las luces y del sonido de nuestras palabras.