Hasta la tarde del jueves pasado, momentos antes de que debieran sedarlo e ingresarlo a la Unidad de Cuidados Intensivos a causa de una arritmia cuando ya se encontraba internado en el Hospital Municipal de Arrecifes, Carlos Alberto Pairetti seguía insistiendo con querer estar en el homenaje que le realizarán hoy en la Gala por los 85 años del Turismo Carretera, que se celebra en el Teatro Colón. Allí lo distinguirán como el campeón más longevo de la categoría.
Claro que era imposible, ya que los médicos le habían informado a sus hijos que “la medicina ya no podía hacer más nada, que Carlitos está en manos de Dios”. El viernes a la mañana, encima, se complicó su cuadro con un problema renal y no era posible trasladarlo sin intubarlo para hacerle diálisis: diagnosticado con neumonía bilateral, además tenía corazón y riñones comprometidos.
No se sabe si, desde ese momento el indestructible auto de Paire fue manejado por él con Dios como acompañante o al revés. Lo cierto es que el sábado mostró una milagrosa evolución: sus pulmones y corazón comenzaron a mejorar y fue derivado a la Clínica Pergamino, donde continuó el avance en su cuadro general de salud.
Ya consciente, el domingo comenzó a comer y volvió a preguntar por el evento del TC. Hoy se mostró aún mejor, más deshinchado porque su sistema renal de a poco vuelve a funcionar y a las 19:00 comenzaba a ver la transmisión de la Gala en el Teatro Colón por celular. “El teléfono y los anteojos” fue lo primero que le pidió Il Matto a su hijo Mani.
Mientras tanto, su hijo mayor, Tim, lo está representando en el homenaje, ya más tranquilo y feliz porque su padre superó una maniobra comprometida más, de la que parecía no había salida pero “Highlander” Paire siempre tiene un recurso a mano. Como lo hizo en las pistas, lo sigue haciendo en la vida. Capaz que acepte que esta vez Dios le dio una manito, aunque a los pilotos no les gusta que nadie los ayude a manejar.