No es común en la política arrecifeña lograr lo que viene consiguiendo Javier Olaeta, un hombre sin militancia partidaria que no perdió ni una sola elección desde que decidió largarse al ruedo.
En 2011, la “mesa chica” de la entonces muy débil Unión Cívica Radical lo fue a buscar para ser candidato. Era la época en la que Daniel Bolinaga resultaba reelecto intendente con el 62% de los votos. Olaeta respodió que no, que no era su momento, pero se manifestó interesado en sumarse al trabajo partidario.
En 2013 aceptó encabezar la lista de candidatos a concejales de la UCR, enfrentándose en una PASO contra un nombre fuerte como el de Sebastián Reigosa, en el frente que socialistas y radicales conformaron para esa elección. Olaeta ganó las primarias y luego, con Reigosa secundándolo, volvió a ganar las generales con el Frente Progresista Cívico y Social. Se impusieron al bolinaguismo que llevaba como cabeza de lista a Pepe Aubalat.
Ese frente se disolvió antes de las elecciones de 2015 y, con sólo dos años como concejal, el Negro asumió la responsabilidad de ser precandidato a intendente dentro de una nueva alianza, Cambiemos, representando a la UCR y midiéndose nada menos que contra el ex intendente Gustavo Picoy, reconocido y experimentado dirigente que lideraba el PRO.
Muy pocos creían entonces en Olaeta. A tal punto que Cambiemos no quería darle lista y reconocía a Picoy como único candidato del espacio, ya que una encuesta preliminar de quienes manejaban Cambiemos en el orden nacional le daban un 80% a Picoy contra un 20% de Javier.
Fueron los propios Olaeta y Mauro Bóveda quienes le insistieron hasta el hartazgo a Ricardito Alfonsín que confíe en ellos, que por favor gestionara que el Negro se mida en las PASO. Y casi rogándole, lo consiguieron.
Picoy y el PRO se relajaron en esa interna, los radicales le pusieron muchísimo trabajo y nuevamente ganaron. Era el tercer triunfo consecutivo de Olaeta en otras tantas presentaciones como candidato.
Y dos meses después, en las generales de 2015, sumó la cuarta victoria al hilo y se convirtió en intendente superando a Tana Di Palma.
No es simpático, no es político, puede gustarte o no, pero la mayoría de los arrecifeños lo banca.
Ratificó su liderazgo en 2017, cuando puso en evaluación su gestión de gobierno municipal con Paqui Bóveda como primer candidato a concejal. Y ganó con comodidad, con el 50% de los votos. Si le adjudicamos que se midió su gestión, puede contabilizarse como la quinta victoria del Negro.
En este 2019 sí, directa y personalmente, puso a consideración del electorado si Arrecifes quería o no un nuevo período de gobierno suyo. En las PASO ganó con amplitud. Y este domingo, en las generales, lo hizo por una diferencia mayor, con más de la mitad de los votos emitidos.
Los últimos días de campaña fueron muy duros, con algunos hechos muy graves de los que se lo acusó. Eso hizo pensar que su imagen se deterioraría y, en algunos casos de la oposición, que pudiera llegar a perder la elección. Pero lejos de eso, obtuvo el mayor apoyo de todas las elecciones que ganó.
El voto popular es siempre indiscutido y así debe serlo; tanto como el que le dio el triunfo a Alberto Fernández en Nación y a Axel Kicillof en provincia, como el de Olaeta a nivel municipal. A la luz de los números, Arrecifes sigue respaldándolo, y cada vez más.