Jorge Cupeiro, una leyenda del automovilismo argentino, falleció este domingo a los 83 años. El Gallego, que hace un tiempo había sufrido un ACV, fue uno de los mejores pilotos de la década del 60 y brilló en varias categorías de nuestro país. Se destacó sobre todo en el Turismo Carretera, en la que corrió con el famoso Chevitú y cosechó 15 victorias.
Cupeiro nació en Buenos Aires el 15 de octubre de 1937 y comenzó su carrera en el deporte motor sobre dos ruedas. Entre los 18 y los 23 años disputó 300 carreras de motociclismo en categorías de diferente cilindrada. Pero su marca más importante la dejó en el automovilismo, con 41 victorias en siete categorías diferentes entre 1960 y 1971.
En 1966 estuvo cerca de coronarse campeón en el TC, ya que cosechó varias victorias y les peleó el título a los hermanos Emiliozzi, por entonces imbatibles con Ford. Fue además uno de los pilotos que integró la “Misión Argentina” en Nürburgring en 1969 junto con uno de sus grandes amigos, Luis Rubén Di Palma.
El Gallego era asiduo visitante de Arrecifes. Y no sólo lo unía una estrecha relación a la familia Di Palma sino también a la familia Pairetti. Carlitos fue uno de sus grandes rivales y amigos.
Además, Cupeiro se inició en el automovilismo de la mano de José Froilán González.
Su pasó por el TC generó una revolución. Él fue el elegido para ponerse al volante del famoso Chevitú, que debutó en esa categoría en 1964 y marcó el comienzo del final de la era de las tradicionales cupecitas. El auto fue preparado por el recordado “Cabezón”, su padrino deportivo, quien importó de Estados Unidos un Chevrolet Nova dos puertas al que le colocó el motor de un Chevrolet 400.
A bordo de ese auto, que dio origen a la era moderna de los coches compactos, Cupeiro logró brillar y consiguió 13 victorias entre 1964 y 1966.
“Lo que yo llegué a ser en el automovilismo deportivo se lo debo a José Froilán González. Absolutamente todo, porque confió en mi dándome la posibilidad de correr en Mecánica Argentina F1 y también con el Chevitú”, comentó alguna vez El Gallego.
Afuera de las pistas, de las que se retiró a principios de la década del 70, Cupeiro se hizo un nombre propio como importador de autos. En los años 60 fue el primero en traer los Honda a Argentina. Luego se dedicó a la venta de autos exóticos y lujosos.
A fines de los 70, se exilió en Miami, pero no se alejó de su pasión por los motores. “En 1978, perseguido por los militares, me tuve que ir de la Argentina y me radiqué en Miami. Ya tenía contacto con Ferrari y puse una agencia de autos en Fort Lauderdale. Así empecé a vender esa marca en Estados Unidos”, contó en una entrevista con el sitio Autoblog.com en 2016.