La carrera de Turismo Carretera, que se estaba desarrollando en el Autódromo de Balcarce, terminó con la vida de Guido Falaschi (Ford). El Príncipe, de apenas 22 años, sufrió gravísimas heridas y falleció una hora después en el Hospital Municipal, a pesar de los 40 minutos de reanimación.
Un despiste de Leonel Larrauri (Dodge) a la salida del puente provocó que Falaschi perdiera el control del auto, se fuera a pegar contra las cubiertas de protección y regresara a la pista, siendo embestido primero por Guillermo Ortelli (Chevrolet) y después, de manera violenta en el lateral derecho del auto, por Néstor Girolami (Torino), quien no disminuyó la velocidad pese a ingresar en una nube de tierra en la que no se veía nada
También se vieron involucrados Juan Manuel Silva (Ford), Leonel Pernía (Chevrolet), Norberto Fontana (Torino), Jorge Trebbiani (Dodge) y José Savino (Falcon), entre otros.
Falaschi fue derivado de urgencia hacia el Hospital Municipal cuando estaba inconsciente, pero antes, dentro del auto, le respondió al Pato Silva (el primer piloto que llegó al auto de Guido), quien le levantó la visera del casco y le preguntó cómo estaba. Falaschi le respondió: “Tengo mucho calor”. Luego se desvaneció y más tarde murió.
La competencia, que se paró con bandera roja a una vuelta del final, quedó en manos de Mauro Giallombardo (Ford), quien venció por primera vez en la categoría más popular del país.
Murió un excelente piloto y un pibe espectacular, integrante de una familia ejemplar cuyos padres lo acompañaban desde que empezó a correr a absolutamente todas las competencias. Una muerte inexplicable, absurda, producto de la fatalidad pero también de varios factores que deberán debtirse y analizarse a fondo. No se puede echar culpas, pero sí hay responsabilidades en esto. Se tentó demasiado al diablo.