El que apuntaba para ser el mejor fin de semana de Agustín Canapino en Indycar, terminó siendo el peor. Y no fue por errores del piloto ni del equipo sino por circunstancias adversas que suelen darse en el automovilismo y que al arrecifeño parecen perseguirlo sin descanso.
El sábado había concretado su mejor prueba de clasificación desde que compite en la categoría estadounidense, fue para la carrera 2 de esta fecha doble en Iowa, metiéndose en el Top Ten, 10º. Para la carrera 1, del sábado, también había clasificado positivamente: 16º entre 27 competidores. En ambos casos, delante de su compañero del Juncos Hollinger Racing, Romain Grosjean.
La carrera del sábado por la noche terminó en la primera de las 250 vueltas para Agustín, cuando David Malukas se cruzó delante de él y lo apretó contra el paredón. El equipo trabajó durante toda la madrugada del domingo para recuperar el auto, muy golpeado, y permitirle largar la carrera 2.
En la segunda competencia, Canapino partió décimo en un ritmo de carrera prudente hasta cerciorarse de que todo estuviera bien en su Dallara. Recodamos que debe testearlo yendo entre 280 y 300 km/h en un óvalo que exige una concentración al límite. Así perdió tres posiciones en los primeros giros y luego comenzó a mejorar sus tiempos.
Pasada la vuelta 80, cuando las máquinas comenzaron a entrar a boxes en la primera detención para cambiar neumáticos y cargar combustible, el argentino marchaba séptimo. En ese momento él también ingresó a pits y, al salir, una desconfiguración en el sistema híbrido que otorga potencia extra al motor, hizo que su auto se cruce y se le apague el motor.
Esto obligó a la aparición de una bandera amarilla para remolcar el Dallara número 78 a boxes y volver a configurar el sistema. Regresó a pìsta con 14 vueltas menos y girando en el ritmo de punta; pero ya estaba todo perdido. Terminó 25º.
Canapino tendrá una nueva revancha el próximo fin de semana, en Toronto, Canadá. La mala fortuna algún día lo tiene que esquivar.