El arrecifeño Hilario Bacca tiene 39 años. A los cuatro sus padres le contaron que era adoptado. Cuando estaba llegando a la adolescencia le insistieron para que comience la búsqueda de la verdad sobre sus padres biológicos.
En octubre de 1977, Eduardo Cagnola y Liliana Pereyra fueron secuestrados en una pensión de la ciudad de Mar del Plata. Estuvieron cautivos en la base de buzos tácticos de la ciudad balnearia hasta que Liliana fue trasladada a la ESMA. La alojaron en la llamada “pieza de las embarazadas” y en febrero de 1978 dio a luz.
El matrimonio que adoptó al niño -José Bacca y Cristina Mariñelarena- no tenía vínculos con el terrorismo de Estado. Según declaró el propio Hilario, en el juicio al que fueron sometidos sus padres, ellos no estaban al tanto del horror que vivía la Argentina por aquellos días. Además, denunció que la agrupación H.I.J.O.S. lo “persiguió varios años”. “Me aprietan, me aprietan hasta que un día les digo: hagan lo que tengan que hacer pero yo voluntariamente no tengo interés de ir a buscar nada de esto”.
Pese a que se entrevistó con el juez federal Jorge Ballesteros para manifestarle su decisión de no averiguar quiénes eran sus padres biológicos, el magistrado ordenó que le allanaran la casa para tomar en forma compulsiva una muestra de material biológico, a fin de realizarle un examen de ADN. “A las 5 de la mañana me golpearon la puerta, me dijeron que si no les abría la tiraban. Era personal del Ejército armado, la jefa del Hospital Durán y dos testigos. Fue terrible. Se llevaron un par de medias, un cepillo de dientes y el resultado lo sacaron de una maquinita de afeitar”.
Después de un largo proceso, la Justicia le acaba de dar la razón a Hilario Bacca que quiere conservar el nombre que lo identifica y con el que lo bautizaron sus padres adoptivos.
“Esto no significa desconocer la realidad de mi historia pero a esta altura de la vida –con casi 39 años– era un delirio que por un fallo judicial me desaparezcan nuevamente en democracia y se apriete un botón y aparezca alguien que para mí no existe, con un nombre y un apellido que no me identifica”, dijo Hilario en diálogo con Infobae.
Todo comenzó en el año 2008 y en el medio los padres adoptivos de Hilario fueron juzgados y condenados. Recién el año pasado, la Cámara confirmó la sentencia y ordenó que se inscriba con el nombre que le había puesto su madre biológica. En ese momento, Hilario acudió a la Justicia y explicó que no tenía intenciones de cambiar su nombre.
Además, solicitó que el Estado le designe un abogado para que lo represente teniendo en cuenta que era el propio Estado el que lo había metido en la situación en la que se encontraba. En un primer momento se lo negaron pero luego la defensoría aceptó que uno de sus letrados defendiera los intereses de Hilario.
Durante el trámite judicial -según le contó a Infobae- recibió muchas presiones para que desistiera de su solicitud, fundamentalmente de la Asociación de Abuelas de Plaza de Mayo.
Finalmente, el Tribunal Oral Federal Nº 4 aceptó los argumentos de Hilario y le permitió seguir usando el nombre que le pusieron sus padres adoptivos. La sentencia no está firme y, en caso de ser apelada, será la Cámara Federal la que deberá decidir si tiene que cambiar su nombre o si sigue siendo quien es desde hace 39 años: Hilario Bacca.
Fuente: Infobae