(Por Valentina Burgos y Agustina Zambano) *
Al hablar del autismo nos referimos a un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por alteración de la interpretación social, de la comunicación tanto verbal como no verbal y el comportamiento restringido y repetitivo.
El autismo es altamente heredable, pero la causa incluye tanto factores ambientales como susceptibilidad genética. En casos raros, el autismo está fuertemente asociado con teratología (agentes que causan defectos de nacimientos).
¿Cuáles son los síntomas para detectar este trastorno?
Los niños muestran dificultad para relacionarse con otros niños de la misma edad, tienen poco o nulo contacto visual, evitan el contacto físico, no responden al ser llamados por su nombre, no tienen lenguaje y si lo tienen presentan alteraciones, hacen movimientos repetitivos, tienen poca tolerancia a la frustración, risas o llantos sin motivo alguno, son hiperactivos o muy pasivos. Estos síntomas pueden aparecer al año y medio de edad, comenzando con retrocesos con el desarrollo del niño.
Otro síntoma que pueden presentar, que no es necesario para un diagnóstico, es el déficit sensorial o hipersensitividad. Esto quiere decir que un sonido que para muchos pasaría desapercibido, para ellos puede ser molesto hasta al punto de llegar a tener un comportamiento violento.
Por otro lado, un niño con autismo puede presentar gran tolerancia al dolor y a veces no se percatan del hambre o de otras necesidades biológicas.
A no desesperarse…
Si tu hijo recibió un diagnóstico de TEA (Trastornos del Espectro Autista) es probable que hayas atravesado o estés atravesando un momento de preocupación y angustia. El desconocimiento de lo que este diagnóstico significa y significará en el día a día de tu hijo, y la incertidumbre sobre por dónde comenzar en el camino de ayudarlo, son preguntas que junto a otras muchas se acumulan en esos primeros momentos en los que solo alcanzás a contemplar que tu hijo tiene problemas de sueño, dificultades para comer, para hablar, para entender lo que se le dice, para jugar y relacionarse con otros niños, que llora y sus berrinches no parecen calmarse con nada.
Tener un hijo es siempre un gran aprendizaje y tener un hijo con autismo es un desafío aún mayor. Es por eso que vas a necesitar dos cosas: FUERZA Y PACIENCIA. Fuerza para para no rendirte y paciencia no sólo con tu hijo, sino también con vos mismo, para adaptarte a un nuevo ritmo de aprendizaje, de desarrollo, de crecimiento. Y esta fuerza y esta paciencia no te van a faltar porque sos la persona que más sabe acerca de tu hijo y por eso sos la persona que más puede ayudarlo a ser feliz.
* Alumnas de 3º año de Tecnicatura en Laboratorio del Instituto Superior de Formación Técnica Dr. Ramón Carrillo de Pergamino. Materia: Investigación en los Servicios de Salud.