En la teoría, cuando se arman los cruces de playoffs, al mejor le toca con el más flojo. Es por ello que el clasificado 1º juega con el clasificado 8º en los cuartos de final. Pero en el deporte, la teoría muchas veces es sepultada por circunstancias de la realidad.
Esto le pasó a Ricardo Gutiérrez, que fue el ganador de la fase regular, el mejor clasificado y el mejor de esa primera parte del Apertura 2014, confirmando el título de campeón de la temporada 2013. Pero las circunstancias de la realidad hicieron que el peor clasificado no fuera el peor de los clasificados… De los ocho equipos que ingresaron a los playoffs, sin dudas Juventud era uno de los más complicados, lejos de ser el peor. De hecho, fue el único que pudo ganarle al Tricolor en la fase regular.
Se sabía que la serie contra los dirigidos por Ricardo Bari iba a ser muy pareja, difícil. Y así se dieron los tres choques. El primero, en Arrecifes, fue para Gutiérrez, pero sin sobrarle nada. La revancha, en Pergamino, para los celestes, también ganándola en el final. Y el encuentro definitorio, este viernes por la noche, en el Chopo Montardit, puso en clara evidencia la extrema paridad entre los dos conjuntos.
Después de un inicio auspicioso para los de Paqui Bóveda, cerrando el primer parcial 16-11 a favor, Juventud se recuperó y ganó los dos siguientes por dos y un punto respectivamente. Nada. Y el final fue tablas: 54-54, obligando al alargue.
El equipo de Pergamino terminó ganando en el suplementario por 61-59, un tanteador mezquino que demuestra lo apretado del juego. El Tricolor quedó prontamente eliminado y el Chopo Montardit se inundó de caras largas. Da bronca, pero no es para dramatizar. Estaba en los cálculos.