La pregunta del médico que revisaba el cáncer de su esposo la hizo detenerse, congelada, presa de una especie de horror que jamás había experimentado: la de tener el fantasma de la muerte en algún lugar de su casa. Alejandra Bianco le dijo al doctor que sus dos hijos también se estaban tratando por la misma enfermedad pero en otros lugares de sus cuerpos. Entonces, el hombre disparó la pregunta que revolucionó no solo la casa de esta familia de Pergamino sino todo el barrio Santa Julia: “Tres casos de cáncer diferentes, ¿no se puso a pensar si en su casa pasa algo raro?”.
Bianco volvió a su casa con la cabeza convertida en una bomba a punto de explotar. Empezó a unir eslabones similares en toda la cuadra. “A Gloria le sacaron un riñón, la señora de al lado de mi casa estaba con cáncer de mama y tratamiento por otros tumores con ganglios en la garganta. Dos casas de por medio, un vecino con cáncer en el estómago. Pensé ‘el médico tiene razón, algo pasa’, en mi misma manzana éramos cinco personas y a menos de 100 metros había fallecido una compañera de trabajo por un linfoma”, cuenta Alejandra a Infobae.
Desde ese momento algo cambió en la vida apacible del barrio Santa Julia, un lugar de clase media ubicado en el extremo oeste de Pergamino. Igual que en el caso del barrio Villa Alicia (otra zona urbana pegada al campo), donde una mutiplicidad de enfermedades aparecieron entre los vecinos y un juez ordenó suspender la fumigación en los campos con agroquímicos, en el último año una nube negra se posa sobre esta zona.
Es que, impulsada por el misterio y la preocupación, carpeta en mano Alejandra Bianco comenzó en 2018 su propio relevamiento sobre la salud de la gente del barrio. Golpeó puerta por puerta, escuchó sus historias y comenzó a organizar a la comunidad. Pronto su cuenta dio un resultado estremecedor: 53 casos de cáncer en adultos, jóvenes y niños en apenas dos manzanas, de los cuales murieron 15. Es decir, que de cada 10 que se enferman en el barrio, casi tres (28%) no sobreviven.
“Pensé en registrar todo eso. E hice unas planillitas muy caseras y empecé a censar a los vecinos. Me tomaba los sábados a la tarde, días que tenía tiempo, quería saber si había más enfermos que los de mi cuadra”, cuenta Bianco.
Y los había. En su casa, el problema era evidente. Su hijo Benjamín (24) se enfermó a los 17. A los 18 empezó con quimioterapia por padecer púrpura trombocitopénica idiopática. Todavía sigue en tratamiento con controles semestrales. Su otro hijo, Ignacio (20), se enfermó también a los 17. Tuvo cáncer de tiroides y aún se hace controles una vez al año. Y posteriormente la enfermedad tomó a su marido, Sergio (54), a quien en 2018 le detectaron cáncer en el páncreas con metástasis en el hígado.
Lo mismo ocurrió en casi cada puerta que golpeaba. La planilla que confeccionó Bianco indica nombre y apellido de los vecinos, tipo de enfermedad, si la persona está viva o muerta y además la firma de cada uno de ellos. Así, se encontró con cáncer de tiroides (un problema que también afecta a la comunidad de Villa Alicia), estómago, melanomas y leucemia.
A pesar de que no existe información oficial del Municipio sobre casos de cáncer en Pergamino, una médica pediatra del hospital público que prefirió no revelar su identidad reconoció que hay más diagnósticos de leucemia que la media, además de otros tipos de cáncer y enfermedades como asma, problemas de tiroide o en la piel.
En Santa Julia nadie asoció el infierno personal a un problema colectivo y recién ahora, a partir del trabajo que comenzó Bianco, empezaron a relacionar los casos con una causa que atemoriza a gran parte de la comunidad de Pergamino: los agroquímicos.
El 3 de abril pasado el juez federal de San Nicolás Carlos Villafuerte Ruzo emitió un fallo en el que prohibía a cuatro productores rurales la fumigación con varios herbicidas en la zona que rodea los barrios de Villa Alicia, Luar Kayard y La Guarida, suspendió las autorizaciones de la Municipalidad a nuevas aplicaciones y ordenó la provisión de agua potable.
El drama de la contaminación del agua y el suelo en Pergamino es un tema que todos conocen y pocos hablan. Para frenar el tsunami de estupor que generó el fallo de Villafuerte Ruzo el intendente de la ciudad, Javier Martínez, dijo que él tomaba agua de la canilla en su casa. En una charla con Infobae semanas atrás dijo que apoyaba cualquier decisión de la Justicia que protegiera a “mis vecinos”.
Pero repitió que no considera que el agua de la ciudad estuviera contaminada. Sin embargo, un informe incluido en la causa que tramita la Justicia Fedaral dio cuenta de la aparición de 18 tóxicos derivados de los pesticidas en el agua.
El temor de que lo que pasa en Villa Alicia suceda en Santa Julia crece con las horas. Alejandra Taborda tiene 32 años y se crió frente a un campo. Su mamá, Isabel Arias, murió el 7 de octubre de 2017, a los 54. Su hija la encontró con convulsiones en su casa tres meses antes. Su sobrevida fue muy breve.
Los médicos le dijeron que tenía un cáncer en el cerebro, pero que en realidad era una metástasis de otro cáncer que había tenido, según calcularon, diez años antes. Fue para la época en que todavía se fumigaba el campo de enfrente de su casa. Estaba en todo el cuerpo: intestino, esófago, mediastino, cuello y, otra vez, tiroides.
Los vecinos de Santa Julia miran con desconfianza el tanque de agua de concreto que sobresale en el barrio. Taborda vive en la casa de sus padres. A metros de allí. En su casa, y en todas las de las dos manzanas afectadas, dejaron de consumir el agua del grifo.
“Apenas me enteré lo de mi mamá empezamos a comprar agua mineral. No consumimos más del tanque del barrio, estoy a una cuadra, existe la posibilidad de que esté contaminada. No sabemos con exactitud qué pasa porque nadie viene a evaluar. Acá el Intendente dice que no pasa nada, pero también dijo lo mismo de Villa Alicia y La Guarida y la gente se enferma“, dice Taborda.
Pablo Musacchio se emociona cuando piensa en Guadalupe, su hija que ahora tiene 31 años y a quien, hace seis, le descubrieron un cáncer en la lengua. El hombre hizo atender a su hija en Capital Federal. No puede contar lo que le dijo el médico sin conmoverse. “¿Ustedes viven frente a un campo? No me diga más nada”, asegura que le dijo.
“Nunca pensamos acá que podía tener que ver con la contaminación de los agrotóxicos, la verdad. Pero ahora que se sabe que hay tantos casos, es evidente que algo está pasando”, dice Musacchio.
“Vivimos con precaución, tratando de no consumir agua, solo la usamos para bañarnos. Hoy por hoy con al situación no está fácil gastar y encima el intendente dice que toma de la canilla, parece una cargada”.
Además del agua y la contaminación del suelo por los plaguicidas, en Santa Julia también sospechan de que puedan existir todavía transformadores con PCB que pertenecen a la Cooperativa Eléctrica de la ciudad (CELP). Desde la empresa aseguran que la ciudad está libre de este refrigerante altamente tóxico.
En este contexto, a fines del año pasado, la concejal Marita Conti presentó un proyecto propuesto por una médica en el Concejo Deliberante que fue aprobado. El objetivo era conformar un registro de tumores en Pergamino. Pero la ordenanza nunca se cumplió. Otro concejal, Cristian Settembrini, presentó un proyecto para analizar el agua de Santa Julia. Por ahora nada se mueve en Pergamino.
Infobae consultó a la secretaria de Salud municipal, María Marta Perreta, pero no respondió. Tampoco respondió a nuevas preguntas el intendente Martínez.
“En la Municipalidad se hizo una reunión a fines del año pasado y nos dejó bastante disconformes. Ellos nos plantearon que lo que se les escapaba era el registro de tumores que se diagnosticaban en el ámbito privado. Yo les dije que si van a golpear las puertas de las casas pueden incluirlos facilmente”, remarca Bianco, y dispara: “Acá lo que falta es voluntad. Esto está moviendo muchos hilos que políticamente no se deben mover”.
Alejandra se pregunta cómo puede ser que de un lado de la ciudad el barrio Santa Julia tenga tantos casos de cáncer y que lo mismo paso en la otra punta de Pergamino, en Villa Alicia. “Ambos barrios están rodeados de campo. El agua y el suelo a nivel ambiental estuvieron o están contaminados. El agua de Pergamino sabemos que está contaminada porque es una zona agraria y sabemos que las fumigaciones son un problema. Pero la gente no lo quiere decir”, agrega.
Taborda recuerda que cuando era chica “el cielo se llenaba de cosas raras y el barrio se imprenaba de olores feos”. Eran los días en que se fumigaba en los campos que rodean Santa Julia.
Ya perdió a su mamá, y su papá tiene nódulos en las tiroides. Su hermana también tiene problemas de tiroides. También enumera que a la vuelta de su casa “le pasó a Cecilia”. Y al lado “le pasó a una vecina que murió cinco años antes, Gabriela; un tiempo vivió acá y se enfermó y se fue”.
Alejandra Taborda piensa en su hija de 14 y siente que su barrio es “como el Triángulo de las Bermudas, estamos rodeados” porque “nadie viene a ocuparse”. Lo que siente es impotencia y angustia. Y miedo, no por ella. Por su hija. “Nadie nos dice nada, acá todo lo que sea municipal nadie se acercó. Lo que sabemos es porque Alejandra se movió y buscó“, remarca.
“Si hubiéramos sabido que el pueblo estaba envenenado seguramente mi mamá estaría viva. Estaría bueno que en el Municipio se mueven para que no se pierdan más vidas, es cada vez más la gente que fallece en el barrio. Nos sentimos desamparados”, suelta entre sollozos.
Fuente: Infobae