Para la mayoría de los arrecifeños, sin dudas, la realidad de la ciudad no es buena. Muestra evidentes y recurrentes falencias en áreas importantes y en servicios básicos para los vecinos, como la salud.
Si los mayores logros que puede exhibir una gestión municipal son la organización de espectáculos y otros eventos, la entrega de subsidios y el otorgamiento de reconocimientos, está claro que se ha desatendido lo realmente valioso y necesario para una comunidad.
El área que mejores resultados viene mostrando es la de Turismo, mediante la cual se ha conseguido atraer a muchísimos visitantes de otras ciudades.
En Cultura también se ha trabajado muy bien, aunque no en la parte de esa Dirección que incluye a la Educación. En este último aspecto, el Estado municipal se ha mostrado prácticamente ausente.
La seguridad en Arrecifes tampoco tiene mayores problemas, más allá de la violencia social (especialmente en la nocturnidad) que se ha tornado incontrolable en las calles. La Policía trabaja relativamente bien.
Como contrapartida, la contención y asistencia social no existen. Esta parte del gobierno local en algunos sentidos debe interactuar con la educación, la seguridad y la salud. Por ejemplo, las drogas en Arrecifes han atravesado a absolutamente todos los sectores sociales, todos los puntos de la ciudad y todas las edades en forma mucho más grave de lo que cualquiera puede suponer.
No hay contención ni tratamiento para las personas que sufren adicciones, no hay servicios de salud mental, no hay programas de concientización, no hay nada.
La asistencia social se limita únicamente a entregar bolsones de comidas y cheques para pagar la luz, el gas o el alquiler. Sólo asistencialismo en su mayor expresión.
En salud pública ya todos sabemos que atravesamos una situación crítica, con un Hospital Municipal cargado de graves falencias en la atención.
En obras públicas, ni hablar: desde abril de 2016 a esta parte se han denunciado más hechos de corrupción que metros cuadrados de asfalto hechos. No se ha construido ni una sola vivienda en siete años y se han regalado muchísimos terrenos sin ninguna planificación.
En trabajo la ciudad también sufre una profunda crisis, con muy pocos empleos, precarizados y mayormente mal pagos producto de una economía estancada. Si no fuera por el dinero que ingresa mediante los distintos planes de ayuda social nacionales y provinciales (discutibles, si quieren), no habría prácticamente circulación de efectivo en Arrecifes.
QUÉ NOS ESPERA
Ya se habla de las elecciones de 2023 e, indudablemente, la ciudad necesita un cambio. Pero no un cambio de figuras políticas ni de partido gobernante; es imperioso un cambio de rumbo.
Cualquiera sea el intendente que gane (Javier Olaeta tiene muchas chances de ser reelecto por segunda vez; de hecho nunca ha perdido una elección), necesitamos un gobierno moderno, de gestión integrada a nivel regional, provincial y nacional. Necesitamos planificación, visión de futuro, oportunidades para los jóvenes y, fundamentalmente, transparencia.
Los equipos de gobierno deben estar integrados por personas especializadas en las distintas áreas, no importa su ideología política; no por amigos. Y es fundamental saber que si un candidato no ha mostrado logros, seriedad y honestidad en su actividad privada, difícilmente pueda hacerlo en la gestión pública.
Pero esto no es sólo responsabilidad de la clase política sino, mayormente, de nosotros, los vecinos. A los candidatos debemos exigirles que presenten planes de gobierno, leerlos, analizarlos y evaluarlos en consecuencia. Deben ser de acceso público y luego monitoreados por la ciudadanía durante la gestión de gobierno.
Si no exigimos y nos desentendemos de este compromiso básico, no tendremos el derecho de quejarnos y difícilmente podamos aspirar a un progreso.