Todos los esfuerzos por lograr mejorar el tránsito en Arrecifes parecen ser en vano. Es un problema histórico, una lucha desigual. Es un puñado de autoridades contra toda una sociedad maleducada vialmente y sin respeto por el prójimo en general.
Desde la década del ’90 cuando el entonces intendente Daniel Bolinaga intentó obligar al uso del casco y fue literalmente “apretado” por moticiclistas en plena calle, ésta es una lucha que parece irremediablemente perdida. Pisando el año 2000 el también intendente Pancho Angelini volvió a hacer el intento, pero también fracasó al poco tiempo.
La actual gestión de Javier Olaeta, con el secretario de Seguridad José Tenorio a la cabeza, fue la que más esfuerzo puso hasta el momento y mejores resultados obtuvo. Se ordenó mucho el hasta hace poco caótico estacionamiento, se secuestró una cantidad récord de autos y motos sin documentación y se labraron infinidad de infracciones. La campaña por el uso del casco fue muy intensa y se consiguió que miles de arrecifeños comiencen a usarlo. Pero apenas los controles disminuyen, otra vez volvemos a incumplir todas las normas de tránsito.
Los últimos fines de semana reapareció el descontrol en la zona céntrica, con cientos de motos a alta velocidad por la avenida Merlassino, con desaprensivos jóvenes aturdiendo el ambiente con los famosos y pelotudos “cortes”, hecho que también se repite en zonas de los colegios secundarios. No hay casco, no hay patentes, no hay papeles, no hay licencias de conducir. No hay respeto.
El ambulanciero y bombero voluntario Javier Zungri publicó en las redes sociales una foto que grafica claramente que a muchos “todo nos importa un carajo”: una moto estacionada frente a la salida de ambulancias del Hospital Municipal.
Está claro que no podemos tener mil inspectores y mil policías controlando todos los sectores de la ciudad para impedirnos hacer lo que ya sabemos que no tenemos que hacer. La solución depende de nosotros, los ciudadanos, pero lamentablemente en esta Argentina (y en particular en Arrecifes, con el tránsito), sabemos que la ley entra por la fuerza.