Acaba de caer la tarde del sábado en Arrecifes. Pocos minutos pasaron de las 20:00 y los comercios ya están cerrados, obligados bajo la pena de fuertes multas o clausuras.
Algunos móviles de Patrulla Urbana Municipal y Policía recorren la zona céntrica controlando que nadie quede abierto después de esa hora. Pero no pueden avanzar, al menos por la Avenida Merlassino, que está literalmente abarrotada de vehículos. Y “explotada” de gente por todos lados.
Miles de arrecifeños transitan la ciudad mientras los comerciantes son obligados a no poder seguir trabajando.
Las horas pasaron y se acerca la medianoche. Los locales gastronómicos también debieron cerrar, en el caso de ellos a las 23:00. Inspectores también controlan puntual y rígidamente que eso suceda.
¿La ciudad se vacía a partir de esa hora? En absoluto. Es la segunda tanda de salidas, la de la noche/madrugada, hacia previas, fiestas, reuniones de todo tipo. A esta hora los móviles circulan con mayor tranquilidad, pero cientos de autos y motos continúan transitando por toda la ciudad, que bajó sus persianas laborales pero no detiene el contacto de las personas. Incluso, vehículos entran y salen de nuestra localidad yendo y viniendo a pueblos vecinos y a quintas.
¿Qué sentido tiene continuar sosteniendo en Arrecifes estas medidas que no encuentran ninguna explicación razonable? Más que un capricho de las autoridades, pareciera que ninguno.
¿El coronavirus sale a las 20:00 y se mete en los negocios pero no en los gastronómicos? ¿O sale a las 23:00 para ir a comer o tomar algo?
El virus no es broma, claro está. Pero perjudicando la economía local y las fuentes laborales no es la forma de combatirlo, claramente. Y si hacen falta más pruebas, el pico de contagios en nuestra ciudad se dio cuando más restringieron los horarios.
Este plan restrictivo local, sin dudas hecho con las mejores intenciones, indudablemente fracasó. Estaba entre las posibilidades porque esta pandemia es nueva para todos y en el mundo aún no pueden controlarla ni descubrir cómo se mueve. No es culpa de Arrecifes y mucho menos de sus autoridades, pero resulta a todas luces irrisorio continuar aferrándose a una fórmula que no funciona. Porque precisamente la Argentina y el mundo están yendo para otro lado.
Cuando una autoridad adopta una medida que va en contra de los intereses generales de la sociedad, esa medida invariablemente irá al fracaso. Es una lástima que tarden tanto en darse cuenta.