Ricardo Alessandro, más conocido como “el Cura”, es un médico veterinario saltense pero su carrera política lo ha alejado de su profesión. Es considerado uno de los mejores intendentes de la provincia de Buenos Aires y una muestra cabal de que una gestión municipal no se desgasta cuando es buena.
El Curita, de 71 años de edad, ingresó a la función pública en el retorno de la democracia, siendo electo concejal de Salto en 1983. Fue reelecto en 1987 y otra vez en 1991, siempre dentro del justicialismo.
No obstante, en 1993 dejó su banca para hacerse cargo de la Municipalidad de Salto, completando el mandato del entonces intendente Victorio Migliaro. quien accedió a una diputación provincial.
La buena gestión de Alessandro hizo que continúe en el Municipio, siendo electo en 1995 y renovando el cargo en 1999 hasta 2003.
En 2015 el Cura volvió a ganar las elecciones en la vecina ciudad y fue reelecto en 2019. Ya con cinco mandatos, va por el sexto y tercero consecutivo en los comicios generales del 22 de octubre.
Pese a estar 18 años al mando de la Municipalidad de Salto, Alessandro no sufre desgaste, todo lo contrario. En las PASO del último 13 de agosto aplastó con el 47,80% de los votos, sacándole más de 26 puntos al segundo, Ricardo Kessler (Milei) y dejando tercero y cuarto a los candidatos de Juntos por el Cambio; incluso invisibilizando el apoyo explícito del saltense Facundo Manes y de Diego Santilli a Esteban Dordoni, el ganador de la interna de Juntos, de quien lo separaron más de seis mil votos.
La dedicación y la capacidad del Curita han llevado al distrito saltense a ser uno de los ejemplos de la región, evidenciando un notable progreso. Y en los últimos años, acompañado por su hijo y mano derecha, el actual secretario general de Gobierno, Camilo Alessandro (38), se han vuelto una dupla prácticamente invencible.
Nadie duda de que los Alessandro volverán a imponerse en octubre, con Camilo encabezando la lista de concejales. Tampoco nadie discute seriamente su permanencia en el cargo ni que lideren padre e hijo, porque cuando se hacen las cosas bien no hay “casta”.