Al ingeniero Patricio Gabilondo, conocido vecino de nuestra ciudad, le tocó vivir este miércoles una situación inesperada, absurda y grave; un hecho vergonzoso protagonizado por malos policías.
Como hace todos los miércoles, Pato iba a jugar al fútbol con sus amigos a las canchitas de Obras Sanitarias; aunque esta vez iba a mirar porque le habían sacado una muela.
Le dejó el vehículo a su esposa y salió caminado por calle Italia desde Avenida Merlassino hasta Frascheri. En esa esquina dobló para recorrer la media cuadra que faltaba hasta la cancha, cuando se vio sorprendido por un móvil policial que venía a fondo por Italia y dobló detrás de él, en contramano por Frascheri. Con sirenas y fanales encendidos, le cruzaron el móvil delante, encerraron a Gabilondo y fue abordado por dos efectivos que se bajaron del patrullero.
Patricio no entendía nada, mientras dos efectivos exaltados le pedían que se identifique y el patrullero cortaba la calle Frascheri.
El ingeniero se identificó, les dijo quién era; pero a los policías no le bastó y le pidieron documentos. Gabilondo no recordaba si tenía sus documentos encima y metió una mano en su bolsillo para buscarlos. Allí, estos incompetentes uniformados supusieron que Pato quería sacar un arma y se le tiraron encima para reducirlo. Lo empujaron contra el móvil, lo apretaron y lo esposaron.
El pobre Patricio reiteraba quién era, que tenía sus oficinas a la vuelta de la Comisaría, pero nada les alcanzaba a los tres policías: dos hombres y una mujer que no son de Arrecifes.
A esta altura, habían salido a la calle los amigos de Gabilondo que estaban en la canchita, los vecinos y hasta los chiquitos que juegan en las divisiones menores de Obras, que estaban en la cancha que da a calle General Hornos.
Lo subieron esposado al móvil y lo pasearon como media hora por la ciudad. Lo iban increpando, acusándolo de que les había faltado el respeto. Dice Patricio que en ese momento se asustó.
Luego el patrullero se detuvo en la puerta del Hospital y quisieron bajarlo esposado para comprobar que no tenía golpes en su cuerpo que le pudiera haber aplicado la policía. Gabilondo se negó a bajarse esposado al Hospital, como si fuera un delincuente.
Desde allí lo trasladaron a la Comisaría, donde lo recibió un efectivo (dice que este sí, de Arrecifes) agarrándolo del cuello. En la Seccional comprobaron que no tiene antecedentes, que es un vecino honorable, y parece que se dieron cuenta del grueso error que cometieron.
Fue entonces que le hicieron firmar un papel comprometiéndose a que no inicie acciones contra la Policía, porque si no le iban a iniciar una causa por desacato a la autoridad.
Está bien que la Policía no tiene la obligación de conocer a todo el mundo, y está bien que se realicen operativos preventivos de identificación. Pero este accionar agresivo y absolutamente injustificado, es condenable. Y muestra a las claras que estos tres policías (no todos son iguales) no tienen ni idea de lo que pasa en una comunidad chica y no están capacitados para trabajar. Tienen la obligación de conocer quién es quién; para eso son policías. Hay muchísimos para detener, de verdad, que nos tienen podridos robándonos todos los días y siguen libres.
Hay dos opciones: o estos tres policías son absolutamente inoperables y no pueden estar trabajando acá si no conocen nada de la ciudad, o son de los policías de las viejas prácticas intimidatorias que no debemos permitir que persistan.