Estamos viviendo una situación muy difícil para todos. Y con el correr de los días de aislamiento se torna más compleja aún. Pero, de una forma u otra, nos perjudica a todos.
La crueldad y el avance de esta pandemia nos iguala absolutamente a todos: a pobres y a ricos, a universitarios y analfabetos, a lo distintos credos, a las distintas ideologías políticas, a las distintas razas y nacionalidades. Nadie está exento de contagiarse.
En este contexto, cada uno desde su lugar hace lo que mejor puede. Y debemos entendernos. Lo único que debemos exigirnos es responsabilidad; no por cada uno sino por la sociedad en la que convivimos.
El que viajó al exterior no lo hizo irresponsablemente si en ese momento estaba permitido. No fue con la idea de correr el riesgo de contagiar a nadie, simplemente que ello supondría que se pondría en riesgo esa misma persona y a su familia.
Las autoridades políticas que toman medidas lo hacen con las mejores intenciones, las de proteger a su población. Tanto sean nacionales, provinciales o municipales, y en esto no juegan los colores políticos. Más cómodo para ellas sería quedarse en sus casas y no hacer nada.
La gente que tiene síntomas no los siente porque le agrada enfermarse o contagiarse. Y no puede ser que no pueda llamar a un médico porque lo apuntemos como un criminal.
Las personas que no pueden trabajar ya la están pasando mal. Y los nervios y la angustia empiezan a dominarlas. Sin embargo la enorme mayoría sigue haciendo el esfuerzo.
En Arrecifes, la mayoría de nosotros nos mantenemos en aislamiento con comodidades básicas, techo y comida. Pero pensemos que hay familias que deben hacerlo dentro de una casilla, durmiendo cuatro en un mismo colchón y quizás sin posibilidades de alimentarse si no reciben ayuda.
Los profesionales de la salud y las fuerzas de seguridad, entre otras actividades, deben salir igualmente a la calle para cuidarnos, exponiendo su salud.
Y así podríamos seguir.
En la Argentina siempre nos quejamos de la clase política. Hoy ellos están cumpliendo, con aciertos y errores. El país nos está poniendo a prueba como ciudadanos y en muchos aspectos los que estamos fallando somos nosotros, no los políticos.
Fallamos no respetando las medidas de prevención, siendo intolerantes, hablando sin saber en muchos casos y, fundamentalmente, ofediéndonos y agraviándonos.
Pensemos dos veces antes de escribir en las redes sociales. No lo hagamos dañando a personas y familias que están en nuestra misma situación. Hagámoslo para apoyarnos, para darnos aliento, para ser solidarios.
Esta situación nos necesita unidos, respetuosos y tolerantes. Seamos comprensivos, tratemos de mantener la calma. Debemos unirnos contra un enemigo invisible que viene por todos y no sabemos dónde está ni a quién elige para transportarlo. ESTAMOS TODOS EN LA MISA BOLSA. Lo peor que nos puede pasar es pelearnos entre nosotros.