¿Quién dijo que hacía frío? La temperatura ambiente era muy baja, pero nada impidió que el Estadio Municipal de Arrecifes poco a poco se fuera llenando de gente que llegaba de distintos puntos de la zona. Y de más lejos también.
La noche comenzó a tomar temperatura con el entusiasmo, el calor que ponía la gente desde las plateas y las tribunas. Se esperaba más público, es cierto, por la relevancia del show. Pero más de 1.700 personas tampoco es un número menor para una plaza históricamente difícil como es la arrecifeña.
El frío pareció desaparecer definitivamente cuando Abel Pintos subió al escenario y arrancó su magnífico show, dándose por entero al público con la calidad artística que le valió recibir la semana pasada el premio Gardel de Oro. Y con una calidez única, una llegada al público pocas veces vista.
Sin dudas, un artista con mayúsculas, completo, de primer nivel, que cantó durante una hora y media en forma ininterrumpida, haciendo delirar a sus fanáticos y ganándose la aprobación y admiración de quienes nunca habían visto un concierto suyo.
“Transmite paz”, nos decía una señora emocionada mientras intentaba sacar la mejor foto. Y sí, es verdad: transmite paz. Pero cuando sube al escenario, su energía, buena onda y su voz tan especial hacen que todos disfruten y le terminen agradeciendo por estar allí.
Un muchacho humilde que comenzó su carrera hace 15 años y hoy es un grande. No tiene techo. Pero sigue trayendo consigo su humildad pueblerina.
Abel Pintos vino a Arrecifes, brilló, ofreció amor y partió. Y bien dijo: “Este mundo que dura los tres minutos de una canción, donde no existen diferencias políticas ni de ninguna índole, donde todos somos iguales y nos llevamos bien y cantamos juntos, son un regalo de Dios”.