En el GP de Estados Unidos, el último domingo en Austin, Franco Colapinto entró a poner gomas blandas cinco vueltas después que Gasly. En el momento de los ingresos, Pierre iba 13º y Franco, 11º. Cada uno en su momento, volvieron a pista últimos: 19º.
Ya con los mismos neumáticos, Franco quedó a más de 11 segundos de su compañero, que estaba 15º. Era la vuelta 34, faltaban 22 para el final. A partir de ahí, el nuestro empezó a recortar diferencias: giraba entre medio segundo y un segundo por vuelta más rápido que Gasly.
Al francés lo pasaron Antonelli, Albon y Hadjar. En la vuelta 52, Franco quedó inmediatamente detrás de Gasly (18 y 17), a 1s4, con Bortoleto, que había entrado por segunda vez, presionando al nuestro desde el último lugar. Los dos, más rápidos que Pierre.
Franco y Bortoleto llegaron a la cola de Gasly faltando dos vueltas. Colapinto había hecho una mejor gestión de neumáticos que su compañero (también antes del cambio, cuando exprimió hasta lo último los medios) y eso tiene su mérito: podía y merecía pasarlo.
Ahí llegó la orden del equipo: “Los dos coches están gestionando, por lo que necesitamos mantener posiciones, por favor”. Era la tercera vez que a Franco le impedían correr de igual a igual con su compañero, por eso se quejó: “¿Por qué, si él viene más lento?”
No hubo más respuestas y Franco se rebeló: decidió pasarlo de todos modos. Faltaban dos vueltas para el final. Si no lo hacía, Bortoleto los hubiera superado a los dos.
No hay argumento lógico que justifique la orden de Alpine, más allá de querer “cuidar” a Gasly de la superioridad que viene mostrando Colapinto en las últimas carreras.
Ni siquiera vale la excusa de que Pierre tenía gomas más gastadas que Franco, ya que Colapinto marcó su mejor vuelta en el giro en que adelantó a Gasly (1m39s173), cuando sus neumáticos blandos llevaban 20 vueltas. Pierre, en cambio, había registrado su mejor tiempo personal en la vuelta 30 (1m39s270), apenas su segunda tras la parada en boxes.
Franco evitó que Alpine cierre la clasificación último con sus dos autos. Claro que expuso al piloto 1 del equipo, al que acaban de renovarle contrato por 10 millones de euros, y dejó en evidencia ante todo el mundo el sinsentido de la orden recibida.
Desobedecer una indicación de equipo siempre tiene consecuencias, aunque en este caso no se jugaba más que un capricho de los franceses. Pero en un deporte de altísima competencia, ser tibio y resignarse a “dejarse ganar”, también puede tenerlas en otro sentido.
Franco hizo lo que sentía y plenamente consciente. Son circunstancias en las que las decisiones marcan claramente para qué está cada uno. El equipo está molesto con Colapinto, es innegable. Pero también es cierto que el resto del paddock y el mundo de la Fórmula 1 está admirado con Franco y aplaude su actitud.
Alpine seguramente lo reprenderá pero “hasta ahí”, porque sabe que no le asiste la razón y que tiene un piloto de la puta madre. El equipo enfrenta un problema de los lindos: gestionar la relación entre su principal figura, un piloto experimentado y reconocido, y un pibe que más temprano que tarde lo va a pasar por arriba.
Colapinto no tiene ningún problema. Fue leal a su esencia, a su espíritu de animal competitivo, al sacrificio que viene haciendo desde hace más de ocho años solito, lejos de sus afectos. Franco duerme tranquilo; lo que decidan hacer o no con él, no es su tema.












