Los bolardos colocados sin planificación de la obra en calle Ricardo Gutiérrez y la falta de avance de los trabajos siguen causando problemas a comerciantes, residentes y a quienes transitan por la arteria céntrica de Arrecifes.
Ahora pintados de negro, estos objeto de cemento pegados sobre el asfalto se tornan más difíciles de visualizar en horas de la noche y en días de lluvia. Siguen siendo embestidos por vehículos, dañando autos y motos, y rompiéndose los propios bolardos.
El beneficioso resultado que se buscaba para la zona, está lejos de lograrse. Por el contrario, hasta el momento sólo ha causado perjuicios producto de haberse ejecutado improvisadamente, cambiando las características originales del proyecto.
Por otra parte, sigue generando gastos de fondos públicos teniendo que reparar los daños casi incesantemente, pintando y volviendo a pintar, con bolardos inutilizables antes de ser inaugurada la obra.
Como en una pista de bowling, los bolos van siendo derribados, nuevamente puestos en su lugar y otra vez volteados cuando aparece alguien que los tira de nuevo. Y así como en una película sin fin.
No reconocer un error y persistir en el mismo, es un auténtico problema.














