En la política, como en la vida, suele resultar injusto generalizar porque siempre hay honrosas excepciones. En este tema también (pocas), pero el cierre de listas para las elecciones provinciales del 7 de septiembre es uno de los peores, escandalosos y tristes que se recuerden.
El plazo de presentación que vencía el sábado a las 12 de la noche, fue extendido hasta este lunes a las 14:00, agravando aún más los vergonzosos manejos. Tanto a nivel municipios como secciones electorales y en mayor o menor medida, en muchos casos hubo agresiones, violencia, aprietes, traiciones, trampas e irregularidades, y hasta intencionales cortes de luz, que pueden no haberse terminado.
Las listas de candidatos no se armaron con los mejores sino con los que le conviene a cada negociador. Así, veremos a personas sin preparación, a figuras que falsean el proceso democrático porque se sabe que no van a asumir, a desconocidos, a candidatos de distritos en los que no viven.
No importa que un postulante sea bueno sino que “sea mío”. Quedarse con los lugares de poder, en los cuales se factura, es prioridad generalizada. Tampoco importa juntarse con espacios con losque no se coincide en nada, ni saltar de un partido a otro sin escrúpulos.
Hay muchísmas muestras de ello, pero para ejemplificar basta citar un solo caso. En la lista de candidatos a diputados de Fuerza Patria por la Segunda Sección Electoral (nuestra región, norte de la provincia de Buenos Aires, aparece segunda una militante de Juan Grabois de ¡Mar del Plata!, Cintia Romero. Mientras tanto, de esa misma lista bajaron al intendente de Salto, Ricardo Alessandro, porque se peleó con La Cámpora.
En el resto de los partidos con posibilidades ocurrieron situaciones similares. En todos, en lo que nunca pensaron fue en los vecinos, en la gente que tan mal la pasa culpa de esta política lamentable que nos conduce desde hace décadas. Parece que el rechazo generalizado hacia a clase dirigencial no los hizo reflexionar nada.
Preparémonos para seguir quejándonos de las decisiones de nuestros gobernantes en general, al menos por dos años más, porque de este proceso electoral nada bueno puede salir.











