Cuando éramos chicos y jugábamos al fútbol en algún potrero o en la calle, alguno tenía que llevar una pelota. Y ocurría que el dueño de la pelota, si era caprichoso, por ahí perdía, se enojaba, se iba y se llevaba la pelota. Al resto se nos terminaba el partido, el juego…
Algo así ocurre en Arrecifes con la inmadura y autoritaria decisión de Javier Olaeta de castigar a toda una ciudad por haber perdido ÉL las PASO de Juntos por el Cambio contra Fernando Bouvier. No es casualidad que ÉL esté con mayúsculas, porque si hay alguien que debe hacerse cargo de esa derrota es el actual Intendente.
El domingo 13 de agosto los arrecifeños opinaron con su voto, en casi un 80%, que no debía continuar al frente de la Municipalidad, abortando su deseo de ser reelecto por segunda vez. Y el mismo lunes a la mañana, Olaeta comenzó a tomar represalias contra todos.
Detallamos:
-Se peleó con algunos de sus funcionarios, acusándolos de haberlos traicionados.
-Echó a un par de colaboradores, que lo bancaron siempre, porque no le gustaron algunas actitudes.
-Se la agarró con los empleados municipales, cortándoles las horas extras en el Hospital, en el Corralón, en Tránsito y en otras áreas: ¿Qué culpa tiene los trabajadores? Eso se preguntan todos…
-Le avisó a la Policía (sí, a la Policía qué él mismo conduce en nuestra ciudad), que “no hay más plata para combustible.
-Suspendió la Fiesta de la Primavera, la Fiesta del Automovilismo y la fecha de Rally Federal que él mismo había anunciado en conferencia de prensa.
-Suspendió el apoyo a cursos del Centro de Formación Profesional.
-No se sabe qué va a pasar con las becas a estudiantes y con el Plan Estímulo.
-Suspendió la ayuda social: “¡Vayan a pedirle comida a Bouvier!”, grita.
-Los Juegos Bonaerenses, pese a recibir fondos de la Provincia para ello, penden de un hilo.
-Suspendió toda la actividad prevista para artesanos y microemprendedores.
Y así podríamos seguir con la irracional reacción de un intendente que va a cumplir ocho años al frente de la Municipalidad de Arrecifes y que la deja devastada, tanto económicamente como en el cumplimiento de los servicios.
Perdió Javier Olaeta en una competencia democrática, subestimando a su rival interno, Fernando Bouvier, y demostrando que nunca palpó el sentimiento del pueblo. El Negro no tenía dudas de que ganaba, cuando la calle no tenía dudas de que perdía. De tanto mentir, se creyó su propia mentira; los psicólogos dicen que suele ocurrir…
Perdió Javier Olaeta y le hace pagar su derrota a toda la ciudad, como durante ocho años le hizo pagar a los vecinos de sus bolsillos su irregular gestión municipal.
Aún le quedan cuatro meses de mandato y los arrecifeños estamos librados a la buena de Dios; peor aún que en los últimos ocho años que dejaron a la ciudad sin trabajo, sin educación, sin salud digna, sin viviendas, sin plantas depuradoras, sin agua realmente potable, sin tratamiento de residuos, sin, sin, sin… Sin futuro.