Todos saben quién es y qué hace Agustín Canapino. Quizás alguien no tome dimensión de lo que aún cuesta creer, que pasó del Turismo Carretera a correr en la segunda categoría en importancia mundial, después de la Fórmula 1, pero quizás la más difícil y más potente del mundo. Y esto sin haber competido jamás en un auto de fórmula.
Y quizás quienes no lo conozcan no sepan que es el mismo de siempre, no de antes de estar en IndyCar sino que es el mismo de antes de empezar a correr, de ser piloto, de ser ganador, de ser famoso.
Aún corriendo en la Argentina, la trascendencia de sus éxitos y los compromisos del automovilismo profesional le impedían tener mucho tiempo disponible en su pueblo, en Arrecifes. De hecho, tuvo que comenzar a vivir en Buenos Aires, alternando su permanencia en nuestra ciudad, porque es sabido que “Dios atiende en Buenos Aires” y hay que estar allí.
Por eso, terminada la temporada de IndyCar y con un poco de espacio entre las carreras de TC, tuvo en Arrecifes el tiempo que hacía años no tenía. Y lo dedicó a lo mismo de siempre: a estar con sus amigos, a frecuentar los mismos lugares, a estar con la familia que le queda, ya que lamentablemente perdió a su padre Alberto y a sus abuelos paternos, con quienes durante muchos años compartió el hogar de ellos.
Así, con esa filosofía de vida que nunca perdió, aceptó con gusto ir a los estudios de RADIO UNO (107.1) con la misma disposición que si fuera una entrevista para la NBC de Estados Unidos. En la humilde emisora arrecifeña, se prestó a una amena charla en duplex con Radio La Red (AM 910), ya que el programa El Alargue que conduce Cali Fidalgo también estaba interesado en saber más de este fenómeno deportivo.
La nota con Agustín duró más de 40 minutos, pero resumimos los conceptos más salientes del mejor piloto de la Argentina en la actualidad y un ejemplo como deportista y como persona.
“Llegué a los Estados Unidos siendo el ‘gran error de Ricardo Juncos’, quien me llevó a correr en su equipo de IndyCar sin que nadie supiera quién era yo y sin antecedentes relacionados con semejante categoría. Y me lo hicieron sentir. Yo era como un colado en un cumpleaños, nadie sabía qué hacía allí y me tenían cero confianza. No los culpo, era lógico. Lo ilógico era que Ricardo me propusiera esta locura y que yo la aceptara. Además, en los últimos años, pilotos experimentados, con numerosos pergaminos y trayectoria, habían fracasado en su incursión en el IndyCar. La pasé mal al principio, ni me hablaba nadie, no me tenían en cuenta en la categoiría y yo tampoco podía comunicarme mucho, ya que estaba aprendiendo el idioma inglés como podía. Después me fue bien y las cosas cambiaron, pero fue muy difícil”.
“Con el tiempo esa situación cambió. Hoy me siento respetado y reconocido por todos mis rivales; algunos de ellos han tenido expresiones públicas muy generosas para conmigo, y son enormes figuras. Lo mismo le pasó a Ricardo, que cuando llegué le dijeron que estaba loco por llevarme a mí y a fin de temporada lo fueron a felicitar. También en los medios especializados de Estados Unidos me mataban cuando conocieron que me incorporaba a la IndyCar, y hoy hablan muy bien de mí”.
“Yo puse el 110% de mí desde que Ricardo me llamó por teléfono para decirme que si yo quería, era el segundo piloto del equipo. Le dije que sí en el momento, sin pensarlo. ¡Cómo iba a desperdiciar una oportunidad semejante, inimaginable para mí, soñada! Pero cuando corté la llamada me quedé como 20 minutos mirando el techo, pensado ¡qué hice! Josefina estaba conmigo, me miraba y me preguntaba ‘¿qué pasó?’ Yo ni hablaba. A partir de ahí me puse a entrenar, a prepararme, a estudiar inglés, a hacer todo lo que tenía que hacer para ponerme a la altura del tremendo compromiso que había asumido”.
“Lo que no se ve de mi temporada en la Indy, el aspecto personal, fuera de las pistas y de los talleres, es lo más difícil. Llegué a un lugar desconocido en una época que había temperaturas bajo cero, con hielo en las calles, sin conocer el idioma, sin conocer gente. Allá no es como en la Argentina, que hay actividad social, que uno se va haciendo de conocidos; son costumbres totalmente diferentes y estas solo. Sin el apoyo y el acompañamiento incondicional de Josefina, no podría haberlo hecho. Es duro el desarraigo, la distancia, la ausencia de afectos. Para los dos fue todo nuevo”.
“No sé si ya estamos adaptados a la Indy y a los Estados Unidos, pero si tengo la suerte de que me toque regresar en 2024, las cosas van a ser más sencillas. Ya lo vivimos, ya sabemos cómo es. Y en lo deportivo, ya conozco los circuitos, conozco el auto, a la categoría, a mis rivales, a cómo se manejan estos eventos monstruosos. En mi primera carrera no entendía nada; estaba en la grilla y no sabía ni qué tenía que hacer. Hoy me siento más seguro y una probable segunda temporada no tengo dudas de que va a ser mejor. De todos modos, en la última carrera estuve cerca de llegar al podio, hasta el toque con mi compañero de equipo faltando pocas vueltas”.
“El éxito es efímero, casi que no existe en la vida de una persona. Lo importante son otras cosas: no cambiar, ser siempre la misma persona, no creérsela bajo ningún punto de vista. Por supuesto que disfruto del lugar deportivo que he alcanzado, pero yo soy feliz en Arrecifes, con mis amigos de siempre, con mi familia, haciendo lo que siempre hice. Cambiaría la IndyCar y cualquier triunfo por poder volver a tener a mi viejo y a mis abuelos Alberto y Marta conmigo”.