La Policía de Arrecifes tuvo que entregar este viernes tres de sus móviles a la Departamental La Matanza, de acuerdo a una resolución recibida del Ministerio de Seguridad de la Provincia, firmada por el jefe de la Policía Bonaerense, comisario general Daniel Alberto García.
Esta cesión de patrulleros se argumenta en “destinarlos como refuerzo en el marco de la emergencia sanitaria obligatoria Covid-19”, al tiempo que se aclara que “una vez transcurrida la emergencia sanitaria, dichos móviles serán restituidos a la dependencia originaria”.
La resolución afecta a 28 distritos; entre ellos, dos de la Jefatura Departamental Pergamino: Arrecifes y San Pedro. Nuestra ciudad es la que más móviles pierde de toda la provincia y la única que debió “prestar” tres, ya que el resto mandó al Conurbano un patrullero o dos.
¿CONSECUENCIA DE LA SUBESTIMACIÓN DE LA SEGURIDAD?
Al analizar por qué Arrecifes es la única localidad que tuvo que ceder tres patrulleros (dos camionetas Ford Ranger y un Toyota Etios), no escapa que también es el único municipio bonaerense que no cuenta con un funcionario fijo a cargo de la Secretaría de Seguridad.
Desde el alejamiento del Dr. José Tenorio de ese cargo, en diciembre de 2019, el intendente Javier Olaeta decidió que sea el secretario de Gobierno, Dr. Sergio Aldazabal, quien cumpla esa función ad honorem paralelamente al cargo que ya tenía.
¿Si Tenorio continuaba en funciones a Arrecifes le hubiera pasado esto? Probablemente no, porque hubiera peleado para no perder momentáneamente tres móviles, que significan una gran baja para el patrullaje de nuestra ciudad. Pero si Aldazabal ocupara todo su tiempo en la cartera de Seguridad, quizas tampoco habría sucedido.
Ocurre que mientras esto se decidía, el secretario de Gobierno estaba sobrecargado con sus funciones y ningún ser humano puede con todo.
Probablemente el área de Seguridad de una ciudad sea tan importante como para destinar a un responsable en forma exclusiva y no medio tiempo. No obstante, pasó esto y es la realidad. Cualquier otra especulación (como la que hacemos) es contrafáctica y nunca se sabrá cómo habría sido de otra manera.